Page 362 - Fantasmas
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FANTASMAS
cionándolo todo con la boca abierta y evidente expresión de
placer, mientras una tormenta de luces brillantes de oro y pla-
ta emitía silenciosos destellos a nuestro alrededor.
—Llegar a rastras hasta aquí ha sido para morirse —con-
tinuó Eddie—. ¿Qué te pareció el túnel forrado de pelo negro?
A mí me daba la impresión de que cuando llegara al final sería
como salir de las garras de un gorila.
Reí, pero me quedé mirándolo con expresión confundi-
da. Yo no recordaba un túnel recubierto de pelo, y después
de todo Eddie había ido detrás de mí, había seguido el mismo
camino que yo.
—Y los carrillones de viento —dijo Eddie.
—Eran campanas —le corregí yo.
AR sí
Morris terminó de colgar el dibujo y, sin hablarnos, salió
por una abertura triangular. Antes de salir, sin embargo, nos
miró una última vez, y cuando habló se dirigió a mí:
—No me sigan. Vuelvan por donde entraron.
Y después añadió:
—Esta salida no está terminada. Tengo que seguir tra-
bajando en ella, no está bien todavía.
Y dicho esto, agachó la cabeza y desapareció.
Miré a Eddie dispuesto a ofrecerle una disculpa, del tipo
«perdona, mi hermano está como una cabra», pero Eddie es-
taba a gatas estudiando el dibujo que Morris había colgado en
la pared. Representaba una familia de Sea Monkeys, esas extra-
ñas mascotas, de pie, juntos, unas criaturas desnudas de vientre
abultado, con antenas de colores y caras de rasgos humanos.
—Mira —dijo Eddie—. Ha colgado un dibujo de su ver-
dadera familia.
Me reí. No es que Eddie tuviera mucho tacto, pero es
cierto que no le costaba ningún esfuerzo hacerme reír.
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