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preocuparse: Dios lo jubiló al derrumbarse el centro. Los otros, los que pensaban
como Henley, se enfrentan ahora a un problema bastante complejo: ¿cómo se
reconstruye una zona urbana que, está, al menos en un cincuenta por ciento, bajo
agua?
Creo que Derry, después de una existencia larga y sádicamente vital, se está
marchitando como una flor nocturna cuyo tiempo de floración ha transcurrido.
A última hora de la tarde telefoneé a Bill Denbrough. Audra no presenta
cambios.
Hace una hora hice otra llamada: a Richie Tozier, en California. Atendió un
contestador automático, con los Creedence Clearwater Revival como música de
fondo. Esas máquinas siempre me desconciertan. Dejé mi nombre y mi número,
vacilé y agregué mis deseos de que hubiese podido ponerse otra vez las lentillas.
Iba a colgar cuando Richie cogió el teléfono.
--¡Mikey! ¿Cómo estás?
Su voz sonaba complacida y cálida, pero también había en ella un matiz de
extrañeza. Su modo de expresarse era el del hombre que ha sido tomado por
sorpresa.
--Hola, Richie -saludé-. Estoy bastante bien.
--Me alegro. ¿Estás muy dolorido?
--No mucho. Ya va pasando. Lo peor es el picor. No veo la hora de que me
quiten los vendajes de las costillas. A propósito, me ha gustado oír los Creedence.
Richie soltó una carcajada.
--¡Pero si no son los Creedence! Eso es "Rock and Roll Girls", del nuevo álbum
de John Fogerty, "Centerfield". ¿No lo has oído?
--No.
--Tienes que conseguirlo; es fantástico. Igual que...
--Se interrumpió por un momento. Luego dijo-: Igual que en los viejos tiempos.
--Entonces lo voy a comprar -dije. Probablemente lo haga, porque siempre me
gustó John Fogerty. "Green River" era mi gran favorito de los Creedence, creo. La
letra dice "Vuelve a casa" justo antes de que la canción se pierda.
--¿Qué me cuentas de Bill?
--Está con Audra, cuidándome la casa, hasta que me den el alta.
--Qué bien. Me alegro. -Hizo una pausa-. ¿Quieres saber algo muy extraño, viejo
Mikey?
--Claro -dije. Tenía una idea bastante aproximada de lo que me iba a decir.
--Mira.... estaba sentado aquí, en mi estudio, escuchando algunas cosas de
"Casbbox" que tienen buenas perspectivas, revisando avisos y leyendo notas...
Tengo dos montañas de cosas atrasadas; necesitaría un mes con días de
veinticinco horas. Así que había conectado el contestador automático, pero con el
volumen alto para contestar las llamadas que me interesaban y dejar que los
idiotas hablaran con la grabadora. Y si te dejé hablar solo durante tanto tiempo...
--...fue porque al principio no tenías la menor idea de quién era yo.
--¡Sí, por Dios! ¿Cómo lo has adivinado?
--Porque estamos olvidando otra vez.
--¿Estás seguro, Mikey?
--¿Cuál era el apellido de Stan? -pregunté.