Page 131 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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                                           LAS NUEVE EN PUNTO, a la mañana siguiente, su

                                           sirviente  entró  con  una  taza  de  chocolate  sobre  una
                                           bandeja  y  abrió  las  persianas.  Dorian  dormía
                                           plácidamente del lado derecho, con una mano bajo la

                                           mejilla. Parecía un niño cansado de jugar o estudiar.
                                               El  hombre  tuvo  que  tocarlo  dos  veces  en  el
                                           hombro  antes  de  que  despertara,  y  al  abrir  los  ojos
                                           una vaga sonrisa cruzó por sus labios como si hubiera
               estado  teniendo  algún  sueño  agradable.  Pero  no  había  soñado  nada  en

               absoluto.  Ninguna  imagen  de  placer  ni  dolor  había  turbado  su  noche.  Los
               jóvenes sonríen sin razón alguna. Es uno de sus principales encantos.
                    Se dio la vuelta y, apoyado sobre el codo, comenzó a beberse el chocolate.

               El dulce sol de noviembre entraba a raudales en la habitación. El cielo tenía
               un  azul  intenso  y  había  una  amable  calidez  en  el  aire.  Era  casi  como  una
               mañana de mayo.
                    Poco  a  poco,  los  acontecimientos  de  la  noche  anterior  se  fueron
               deslizando  por  su  mente  con  pies  silenciosos  manchados  de  sangre  y  se

               reconstruyeron  allí  con  terrible  nitidez.  Hizo  un  gesto  de  dolor  al  recordar
               todo lo que había sufrido y, por un momento, el mismo extraño sentimiento
               de odio hacia Basil Hallward que lo había llevado a asesinarlo mientras estaba

               sentado en aquella silla volvió a él y lo llenó de fría pasión. El hombre muerto
               seguía en aquel instante sentado allí a la luz del sol. ¡Qué cosa tan horrible!
               Semejantes horrores eran propios de la oscuridad, no del día.





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