Page 24 - En nombre del amor
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CAPÍTULO 02 CAPÍTULO 02
Gabby no estaba segura de cómo se sentía tras haber hablado con su vecino. Después de regresar a casa, cerró la puerta y se apoyó en ella mientras intentaba recuperar la compostura.
Pensó que quizá no debería haber ido a verlo. Evidentemente, no había servido de nada. No sólo él no se había disculpado, sino que incluso se había atrevido a negar que su perro fuera el responsable. Sin embargo, cuando finalmente se separó de la puerta, sonrió para sí misma. Al menos lo había hecho. Le había plantado cara y le había dicho exactamente lo que tenían que hacer. Se felicitó a sí misma por haber reunido el coraje necesario. Normalmente no se le daba nada bien expresar lo que pensaba. Ni con Kevin (sobre el hecho de que sus planes para el futuro no parecían ir más lejos que del próximo fin de semana), ni con el doctor Melton, sobre cómo le disgustaba que la manoseara. Ni siquiera se le daba bien con su madre, que siempre parecía estar dispuesta a dictarle cómo corregir sus fallos.
La sonrisa se borró de sus labios cuando vio a Molly dormida en un rincón. Una rápida ojeada bastó para recordarle que el resultado final no había cambiado y que quizá, sólo quizá, podría haberse esmerado más intentando convencer a su vecino de que su deber era ayudarla. Mientras rememoraba el encuentro, empezó a invadirla un creciente sentimiento de vergüenza. Sabía que su exposición no había sido clara, pero después del incidente con ese chucho, se había desconcertado, y entonces la frustración se había apoderado de ella de un modo incontrolable, empujándola a parlotear como una cotorra sin freno. Seguramente su madre tendría tema para un día entero, si analizara su comportamiento. Quería a su madre, pero la abrumaba porque era una de esas damas que jamás perdía el control. Sí, eso la sacaba de quicio. En numerosas ocasiones, cuando era adolescente, había sentido el impulso de agarrar a su madre y zarandearla, sólo para obtener una respuesta espontánea. Por supuesto, no habría servido de nada. Su madre habría soportado la embestida hasta que Gabby se hubiera cansado, luego se habría acicalado el pelo con la mano y habría soltado algún comentario exasperante como: «Muy bien, Gabrielle, ahora que ya te has desahogado, ¿podemos hablar del tema como dos damas?».
«Damas.» Gabby no soportaba esa palabra. Cuando su madre la pronunciaba, a menudo se sentía abatida por un sentimiento de fracaso, como si comprendiera que le quedaba un largo trecho por recorrer para llegar a convertirse en una dama, y encima sin un mapa con instrucciones.
Por supuesto, su madre no podía hacer nada por cambiar su forma de ser. Del mismo modo que Gabby tampoco podía. Su madre era un cliché andante de la perfecta dama sureña; había crecido luciendo vestidos de volantes y había sido presentada a la élite de la comunidad en el Savannah Christmas Cotillion, uno de los bailes más exclusivos de debutantes en la región. También había ejercido de tesorera de la hermandad de mujeres Tri Delta en la Universidad de Georgia, otra tradición familiar, y mientras estaba en la universidad opinaba que los estudios eran mucho menos relevantes que el hecho de esmerarse por obtener el título de «señora», que consideraba la única elección acertada para una distinguida dama del sur. Por supuesto, no hacía falta señalar que quería que la otra parte de la ecuación —el «señor»— estuviera a la altura del apellido de su familia, lo cual significaba, básicamente, que fuera rico.
Y allí es donde aparecía su padre. Su papá. Un boyante constructor y promotor inmobiliario, doce años mayor que su esposa, y que, aunque no era tan rico como otros, no había duda de que estaba muy bien situado. Sin embargo, Gabby recordaba cuando, al analizar con detenimiento las
NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
Escaneado por PRETENDER – Corregido por Isabel Luna Página 24


































































































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