Page 60 - En nombre del amor
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—De aquí. He nacido y me he criado en esta localidad.
—¿Te gusta vivir aquí?
—Por supuesto. Con un tiempo magnífico, sin tráfico... —Hizo una pausa—. Y en general, buenos vecinos, también.
—Eso he oído —afirmó ella—. De hecho, sé que el veterinario de la localidad siempre está dispuesto a ayudar cuando alguien lo llama para una emergencia. Eso jamás sucedería en la ciudad.
—No, supongo que no. —Travis hizo una señal por encima del hombro—. Por cierto, mis amigos y yo saldremos a navegar un poco más tarde. ¿Te apetece venir con nosotros?
Ella lo miró cabizbaja.
—Me encantaría, pero he de montar un espacio cerrado en el garaje para los cachorros que mi
perrita, Molly, tuvo hace un par de noches. No me gustaría que tuvierais que esperar por mí. —¿Necesitas ayuda? En el garaje tengo unos tablones de madera y unos cajones viejos. No
tardaremos mucho en montarlo.
Ella vaciló, luego alzó la cabeza con una sonrisa. —En ese caso, estaré encantada de ir con vosotros.
Travis no la había engañado: se presentó —todavía medio desnudo, para tribulación de Gabby— con cuatro tablones de madera bajo el brazo. Después de depositarlos en el suelo, se marchó corriendo a su garaje. Regresó con los cajones, con un martillo y con un puñado de clavos.
A pesar de que fingió no oler la pestilencia, Gabby se dio cuenta de que montó el cerco con una rapidez increíble.
—Deberías forrar el suelo de esta zona con periódicos. ¿Tienes suficientes?
Cuando ella asintió, él señaló hacia su casa de nuevo.
—Todavía he de ocuparme de unas cuantas cosas, así que te veré dentro de un rato, ¿de acuerdo?
Gabby asintió nuevamente con la cabeza, notando una sensación de agarrotamiento en el estómago, algo parecido a un nerviosismo incontrolable. Por eso, después de ver que Travis entraba en su casa y tras empapelar el suelo del espacio cercado con periódicos, se quedó de pie en su cuarto, evaluando los méritos de un traje de baño. Más específicamente, de si debía llevar bikini o bañador de una sola pieza.
Había puntos a favor y en contra en ambas decisiones. Normalmente prefería el bikini. Después de todo, tenía veintiséis años y estaba soltera y, a pesar de que no era una supermodelo, se mentiría a sí misma si no admitiera que no estaba nada mal en bikini. Kevin se lo confirmaba siempre que ella sugería que iba a ponerse el bañador: no paraba de hacer pucheros hasta que ella cambiaba de opinión. Por otro lado, él no estaba allí; iba a salir con un vecino (¡un chico!), y teniendo en cuenta el tamaño de su bikini, sería lo mismo que ir en sujetador y braguitas ajustadas, por lo que no se sentiría muy cómoda, así que, finalmente, se decidió por el bañador.
Sin embargo, el bañador estaba un poco viejo y descolorido a causa del cloro y del sol. Se lo había comprado su madre hacia unos años, para las tardes que pasaba en el club (¡de ninguna manera iba a aceptar que su hija se mostrara en público como una descocada!). El bañador no
NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
Escaneado por PRETENDER – Corregido por Isabel Luna Página 60


































































































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