Page 64 - En nombre del amor
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NICHOLAS SPARKS En Nombre del Amor
eso la tiene guardada en el puerto deportivo. Normalmente usa la de esquí náutico, porque es mucho más fácil practicar ese deporte. Sólo tienes que montarte en la barca, ponerla en marcha y ya está. Puedes practicar esquí náutico o cualquier otra modalidad, como el wakeboard o el skurf, casi en cualquier sitio. Pero montar en paracaídas es genial. ¿Por qué crees que estoy aquí? Debería estar estudiando, y de hecho me he zafado de unas prácticas en el laboratorio que se suponía que tenía que hacer este fin de semana. ¿Alguna vez has hecho paravelismo antes?
—No.
—Ya lo verás. Te encantará. Y Travis sabe lo que hace. Así se ganaba un dinero extra mientras estudiaba en la universidad. O, por lo menos, eso es lo que alega. La verdad es que estoy casi segura de que se gastó todo lo que ganó en comprarse esta barca; la compañía CWS las fabrica exclusivamente para practicar paravelismo, y son muy caras. E incluso a pesar de que Joe, Matt y Laird son sus mejores amigos, siempre insistían en recibir una paga cuando sacaban a los turistas durante los años en la universidad. Estoy prácticamente segura de que Travis jamás sacó ni cinco centavos de beneficio.
—Así que tiene madera de empresario, ¿eh?
Stephanie se echó a reír.
—Oh, sí. Mi hermano. El embrión de Donald Trump, ¿eh? No, la verdad es que el dinero nunca le ha llamado la atención. Quiero decir, claro que se gana bien la vida y que puede pagar todas sus deudas, pero lo que le sobra se lo gasta en barcas nuevas o en motos acuáticas, o en algún que otro viajecito por aquí y por allá. Creo que ha estado en todos los puntos del planeta. Europa, América Central y América del Sur, Australia, África, Bali, China, Nepal...
—¿De veras?
—Pareces sorprendida.
—Supongo que sí.
—¿Por qué?
—No lo sé. Supongo que me imaginaba...
—Ya, creías que Travis es un gandul, ¿no? Que siempre está de farra.
—¡No!
—¿De veras no es eso lo que pensabas?
—Bueno... —Gabby cedió, y Stephanie volvió a reír.
—Es un gandul y un hombre mundano..., pero en el fondo, simplemente es un joven de provincias como el resto de ellos. Si no, no estaría viviendo aquí, ¿no te parece?
—Es cierto —asintió Gabby, sin estar segura de si hacía falta que contestara.
—De todos modos, te encantará. No tienes vértigo, ¿no?
—No. Quiero decir, no es que me fascinen las alturas, pero estoy segura de que lo soportaré.
—No es para tanto. Recuerda que llevas un paracaídas.
—Procuraré no olvidarlo.
A lo lejos, la puerta de un coche se cerró ruidosamente y Stephanie se sentó con la espalda erguida.
—Ya han llegado los Clampett —anunció—. O, si lo prefieres, el clan de los Brady. Como prefieras llamarlos. Nuestra apacible mañana está a punto de tocar a su fin.
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