Page 262 - Historia antigua de Megico: : sacada de los mejores historiadores espnoles, y de los manuscritos, y de las pinturas antiguas de los indios; : dividida en diez libros: : adornada con mapas y estampas, e ilustrada con disertaciones sobre la tierra, los animales, y los habitantes de Megico.
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REVOLUCIONES t)E ACOLHUACAN. 217
dumbre,
y mandó tapiar las puertas de la habitación del principe,
para apartar de sus ojos cuanto fuese
paite a recordarle tamaña
desventura.
Esta severidad en el castigo de los culpables, estaba contrapesada
por la compasión que le inspiraban los males de sus subditos. Habia
en su palacio una ventana que daba a la plaza del mercado, y estaba
cubierta con una celosia, desde la cual miraba, sin que nadie lo ob-
servase, todo lo que alli ocurría: y cuando notaba alguna muger mal
vestida, la mandaba llamar, se informaba de su vida, y de sus necesi-
dades,
y la proveía de todo lo necesario, para ella, para sus hijos
y
si los tenia.
Daba todos los dias limosnas en su palacio, a los huér-
fanos, y a los enfermos. Habia en Tezcuco un hospital para todos
los que se habían inutilizado en la guerra, y alli, a espensas del rei, se
mantenían, según la condición de cada cual, y muchas veces él mismo
los visitaba.
De este modo gastaba gran parte de sus rentas.
Su ingenio ha sido mui celebrado por
los historiadores de aquel
pais.
Propúsose imitar, en sus estudios, y en su conducta, el egem-
plo de su padre, y en efecto,
le fue mi semejante. Con él se puede
decir que acabó la gloria de los reyes Chichimecos
: pues la discordia
que estalló entre sus hijos, disminuyó el esplendor de la corte, debilitó
las fuerzas del estado, y lo dispuso a su ultima ruina.
No declaró
Nezahualpilli quien debia suceder en la corona, como habían hecho
sus antecesores.
Ignoramos el motivo de este descuido, que fue tan
pernicioso al reino de Acolhuacan.
Revoluciones del reino de Acolhuacan.
Cuando el consejo supremo del rei estubo seguro de su muerte, se
/creyó obligado a elegir un sucesor, a egemplo de los Megicanos.
Reuniéronse pues sus miembros para deliberar sobre un asunto de
tanta importancia, y empezando a discurrir el mas anciano y conde-
corado, representó los gravísimos perjuicios que podrían sobrevenir
al estado, si se diferia la elección; que su opinión era que la corona
pertenecía
al principe Cacamatzin, pues ademas de su prudencia,
y
valor, era el primogénito de la primera princesa Megicana con quien
se habia casado el rei. Todos los otros consegeros se agregaron a
aquel dictamen, que parecía tan justo,
y provenia de persona tan
respetable. Los principes, que aguardaban en una sala inmediata la
resolución del consejo, recibieron
la invitación de entrar para tener
noticia de su resultado. Cuando hubieron entrado, se dio el prin-
cipal asiento a Cacamatzin, joven de veinte años, ya sus lados se