Page 85 - SANTACRUZ LIBRO
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La trágica noche de Santacruz                            73



            ofertas; finalmente, tomaron a avenida Beni hasta el tercer anillo ex-
            terno, el taxi viró a la derecha y así por primera vez Euclides vio un
            edificio que se destacaba por su belleza arquitectónica en esa zona.
            -Bonito edificio -dijo la tía-. Lo diseñó un gran arquitecto de apellido
            que no recuerdo. Abre bien los ojos y luego piensa que tú también di-
            señarás la construcción de un edificio de esa envergadura. Entraron a
            Inteeso, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores del Oriente Bo-
            liviano. Una atractiva secretaria les dio todos los datos que se exigían
            para inscribirse como alumno regular, el costo para la carrera de Ar-
            quitectura era alto, se necesitaban miles de “Washingtones”, pero Anas-
            tasio Santacruz había ahorrado lo necesario para enfrentar cualquier
            contingencia y costear el estudio de su único hijo. “Aquí se paga por
            adelantado -dijo la atractiva rubia- por lo menos un semestre. Se deja
            otra suma como garantía. Llene sus datos en este formulario, lea aten-
            tamente las cláusulas que tiene esta casa superior de estudios, si acepta,
            firme abajo. Las actividades universitarias comienzan el primero de fe-
            brero”. La tía Encarnación estuvo de acuerdo digamos con los estatutos
            o cláusulas estipuladas y ambos firmaron.

            -“Está usted admitido en esta casa de estudios, en forma provisional.
            Usted debe presentar su título de bachiller, llenar las boletas de ga-
            rantía. Luego se le informará de sus horarios y otras precisiones. Su
            tía es la garante de usted”, dijo finalmente la atractiva rubia.

            Fue ese día que comenzó tu desafío Euclides, tenías las puertas
            abiertas para labrar tu destino, es tus manos estaba tu futuro, pero
            todo lo malograste aquella noche en la discoteca “Macondo”
            cuando el diablo te llevó a ese antro y te encontraste con una her-
            mosa y misteriosa mujer que solo la conocías como Simone Can-
            dau. Intentaron asesinarte dos veces, pero en la tercera ocasión no
            fallaron, te cerraron el camino en tu brillante carrera política, por-
            que te tuvieron miedo Euclides y no te diste cuenta que tus ene-
            migos estaban muy cerca tuyo.
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