Page 336 - LIBRO SANTACRUZ
P. 336
La trágica noche de Santacruz
324
las elecciones de 1993, soñó cómo eran aclamados por el pueblo por
las calles y avenidas, en sus sueños se vio ella y él tomados de la mano
recibiendo el cariño de muchos ciudadanos. Soñó a Euclides con la
banda presidencial diciendo un encendido discurso desde los balcones
del Palacio de Gobierno. Recordó tres sucesos que quedaron grabados
en su mente para toda su vida. Recordó el beso más apasionado de su
vida que le dio a Euclides en la discoteca Continental, después recordó
el día que escribió la carta de despedida, el día que se marchó a Nueva
York, demoró dos días en escribir la carta; hacía memoria y se veía
como en un espejo las veces que escribió la carta, que nunca podía aca-
bar porque sus lágrimas mojaban el papel, volvía a escribir y ahora se
daba cuenta que fue una despedida que ninguno buscó. Y luego, la
noche triste del 18 de mayo de 1997.
Presentía aquella vez que era un último adiós, y los hechos lo confir-
maron; pero lo que la dejó atónita fue que recordó su última mirada
cuando Euclides anunció que fijaría la fecha de la boda, era una mirada
de un cadáver, de un hombre aniquilado por la codicia y la maldad, y
aunque ella no lo percibió aquella vez, en este momento tuvo esa clara
visión. Despertó asustada, aturdida por el sueño que le trajo los recuer-
dos del ayer, recuerdos de un amor del que hoy casi no queda nada.
Pasaron los años y tiempo después del diálogo de Alain Centurión con
“Tres PPP”, este último se perdió del mapa como se dice por aquí o se
lo tragó la tierra. Diez años después, hubo una redada cerca a Cotoca
donde murieron tres personas, una de las víctimas fue Pascual Pascutini.
En realidad eran cuatro los malhechores que habían sido contratados
por abigeatistas para robar un ganado cerca a Puerto Pailas, cinco peo-
nes de la hacienda los persiguieron hasta que los alcanzaron en el cruce
a Cotoca, allí hubo una balacera y tres ladrones fueron abatidos a tiros
y el cuarto sobrevivió milagrosamente. El sobreviviente dijo que uno
de los muertos era un tal Pascual Pascutini, quien les contaba en las no-
ches que él ejecutó una vez a un pariente presionado por una persona
que él solo lo conocía como Capablanca