Page 332 - LIBRO SANTACRUZ
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La trágica noche de Santacruz
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          La noche del 18 de mayo la Ciudad de los Anillos estaba en vilo, la ciu-
          dadanía vaticinaba un desenlace sangriento, existían dos bandos dis-
          puestos a todo. La Policía envió a varios uniformados a resguardar el
          edificio de la avenida Charcas, temían que allá se cometa el crimen.
          Desde las 17 horas de aquel domingo negro nada extraño ocurrió, los
          canales de televisión informaban que la Policía montó un operativo para
          dar con los presuntos asesinos de un candidato presidencial. Se supo
          que a las 20 horas una patrulla policial estuvo rondando por el túnel del
          aeropuerto El Trompillo, los uniformados estuvieron varios minutos
          como decimos, montando guardia, y como no advirtieron nada extraño
          abandonaron el lugar.

          Minutos después, una persona misteriosa hizo una llamada a la sede de
          Arenal, Segundo Chaparro contestó la llamada.

          -Van a matar muy pronto a Euclides Santacruz en el túnel del aeropuerto
          El Trompillo. Chaparro replicó: ¿quién habla?, pero esa persona colgó
          el teléfono. Eran las 20:10 aproximadamente.

          Fue cuando Chaparro, después de colgar el teléfono, se perdió del mapa
          y se convirtió en traidor.

          Muchos años después de los sucesos narrados, que lamentablemente
          acabaron con la vida de un hombre que soñaba ser presidente la nación,
          se fueron amarrando cabos sueltos y recién se supo lo siguiente:
          Al siguiente día de la matanza en el túnel de El Trompillo, en algún
          lugar de la capital oriental se escuchó lo siguiente: “Se supo que “el Na-
          politano” había pasado inadverido en la discoteca Macondo, cuando
          Mata Hari y Euclides comenzaron a discutir. Se advertía que Euclides
          y Mata Hari  tenían serias desavenencias, después salieron a la calle,
          no se comprendía exactamente lo que ella le decía, le hablaba en francés
          y algunas palabras en español, en realidad eran gritos histéricos de una
          mujer poseída por el demonio. ¡Salaud! ¡Nique ta mere!, gritaba ella.
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