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3.3  JESÚS SUFRE PERDONANDO

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           Lucas 23  Cuando llegaron al lugar llamado
           La Calavera, los crucificaron a él y a los mal-
           hechores:  uno  a  la  derecha  y  otro  a  la  iz-
           quierda.   34 Jesús  decía:  Padre,  perdónalos,
           porque no saben lo que hacen.
           39 Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres
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           tú el Mesías? Sálvate a ti y a nosotros.  Pero el otro lo reprendió di-
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           ciendo: ¿No tienes temor de Dios, tú, que sufres la misma pena?  Lo
           nuestro  es  justo,  recibimos  la  paga  de  nuestros  delitos;  pero  él,  en
           cambio, no ha cometido ningún crimen.
           42 Y añadió: Jesús, cuando llegues a tu reino acuérdate de mí.
           43 Jesús le contestó: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.

         ¿Qué sentido tiene la muerte de Jesús?
           Se entregó libremente, por fidelidad al Padre y por nosotros. Su pasión y
            muerte es expresión de fidelidad y valentía.
           Por  su  muerte  nos  consigue  la  salvación,  el  perdón  de  los  pecados.  La
            muerte de Jesús no fue sólo una tragedia,  sino  “redención”: Por él  es
            perdonado todo pecado; “sus heridas nos han sanado”.
           La pasión y la muerte de Jesús es la máxima expresión de amor. Hasta
            ese punto llegó el amor de Dios: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó
            a su Hijo” (Jn 3,16), tanto nos amó Jesús, que se entregó a sí mismo por
            salvarnos. ¡el peor instrumento de tortura se convirtió en signo del amor
            más grande! Por eso llevamos una cruz al cuello…

         3.4  No se quedó en el sepulcro: ¡Ha resucitado!

         Jesús, asesinado de la manera más cruel. Sus discípulos escondidos.
         Pero la última palabra la tiene Dios, en quien Jesús puso toda su confianza:
         Los evangelios refieren que, pasado ese sábado solemne, las discípulas fue-
         ron de madrugada al sepulcro. Al llegar encontraron que la pesada piedra
         había sido rodada: la tumba estaba abierta, pero vacía.
         Un personaje de blanco, sentado al borde, les dijo:
           Marcos 16,

           6 No tengan miedo. Ustedes buscan a Jesús Nazareno, el crucificado. No
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           está aquí, ha resucitado. Miren el lugar donde lo habían puesto.  Vayan
           ahora a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de ellos a Gali-
           lea. Allí lo verán, como les había dicho.


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