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HANK
Recuerdos de una pulga
-Oiga... oiga... no cierre la puerta...!!!. Corre,
corre más rápido…- por poco y me quedaba
afuera, bueno, debería decir “nos
quedábamos”.
Bien, te decía; era una tarde de julio
cuando tuve que dejar el hogar... yo vivía
en un cálido hogarcito con mi madre, era
un lugar muy acogedor, caluroso... los
inviernos no se sentían... vivíamos en una
pequeña aldea situada en el lomo de un
hermoso pastor ovejero. Mi madre había
situado nuestro hogar en una zona muy
estratégica donde no podían cogernos, sin
embargo, llegaron muchos nómades y
empezaron a habitar al perro por todos
lados... la población aumentó de tal
manera, que ya casi no había espacio para
muchos que llegaban. Hasta que un día, el
amo del pastor decidió afeitarlo por
completo... jajajaja... si lo hubieses visto al