Page 35 - Encuentra tu persona vitamina
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teléfono se denominan así, alertas.
                   Ese aluvión de noticias, notificaciones y mensajes que nos bombardea a

                través  del  teléfono,  el  e-mail  y  las  redes  sociales  conduce  de  forma
                inevitable a la mente a un estado de alerta constante. Es el famoso FOMO —
                fear of missing out, ‘miedo a perderse algo’—. ¿Me querrán?, ¿les habrá
                gustado  mi  foto?,  ¿habrá  pasado  algo  grave  en  el  mundo?,  ¿me  habrán

                contestado de esta oferta de trabajo?, ¿habrá subido/bajado la bolsa?… De
                repente, el organismo y el estado de ánimo dependen de lo que nos llega a
                través de la pantalla.
                   Nos  hemos  convertido  en  una  sociedad  adicta  y,  por  otro  lado,  muy

                dependiente de las emociones. Solo reaccionamos y nos movemos si hay una
                emoción como fuerza motriz. La cantidad y relevancia de los estímulos que
                estamos percibiendo de forma constante hacen que cada vez seamos menos
                sensibles  a  las  señales  más  sutiles  y  a  los  matices.  Necesitamos  grandes

                noticias  o  grandes  estímulos  para  reaccionar,  lo  que  a  la  vez  genera  un
                círculo vicioso en el que la intensidad va in crescendo. Eso justifica también
                que  haya  cada  vez  más  personas,  sobre  todo  jóvenes,  que  no  encuentran
                estímulos suficientes en su vida ordinaria y busquen soluciones cada vez más

                extremas. Emotividad con estado de alerta mantenido es un binomio que nos
                impide conectar en ocasiones con lo importante y esencial de la vida.








                                   En una era hiperdigitalizada, vivir pendientes

                           de los dispositivos disminuye nuestra capacidad empática.





                   La oxitocina para segregarse precisa una señal, un estímulo externo, que
                proviene  de  la  percepción  del  entorno:  si  uno  percibe  tranquilidad,
                seguridad,  confianza  o  conexión  con  la  persona  de  enfrente,  liberará
                oxitocina.  Efectivamente,  la  empatía  va  acompañada  de  la  confianza:  si
                confías, tienes más capacidad de ponerte en el lugar del otro.
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