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maTeriaL ComPLemenTario de La unidad 3
La lucha a favor del Reino
Para remediar esta ruptura, Dios mismo buscó su
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reparación proponiéndoles a los hombres una Alianza
Unidad 3 sellada con la fe, condición necesaria para la unidad. Por
eso, como has estudiado en años anteriores, Dios llamó
a Abraham y, tras él, siguió llamando a otros elegidos, en
tanto iba constituyendo un pueblo que sirviera de testigo
y portavoz para todas las naciones. Isaac, Jacob, Moisés,
David, fueron algunos de estos protagonistas.
“Ustedes son mis testigos –palabra del Señor– y mis
siervos a quienes elegí, para que me conozcan, me
crean y entiendan quién soy yo: Yo soy el Señor, y
fuera de mí no hay salvador”.
Is 43, 10
Si Dios hizo de Israel un pueblo elegido, era para
manifestarse al mundo a través de él y reunirlo nuevamente
en su alabanza. La promesa de salvación fue siempre,
desde Abraham, para todo el mundo. El rol de Israel era ser
fiel y mostrar a las naciones la existencia del único Dios.
Sin embargo, tras sus propias infidelidades, el pueblo judío
supo que debía venir “uno” que se encargara de unificar
al mismo Israel y al resto del rebaño que está entre las
naciones, uno que permitiría que Sión se convirtiera en la
madre de todas las demás naciones.
Esta certeza la expresa bellamente el profeta:
“Escuchen pueblos, la palabra del Señor,
anúncienla en las islas remotas:
´El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño...´
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo, el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas”.
Jr 31, 10-14