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el diálogo enTre ciencia y fe
Creo para comprender
Lo que Dios nos dice
Jesús nos manifiesta con palabras y con hechos el valor de
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la persona humana. Recordemos, por ejemplo, la actitud
Unidad 4 de perdón ante la adúltera, los sentimientos de misericordia
hacia la viuda que va a enterrar a su único hijo, el dolor que
siente ante la muerte de su amigo Lázaro o las palabras
de perdón para el ladrón bueno que es invitado al paraíso
antes de que muera Jesús en la cruz.
El hombre es imagen de Dios, creado a su semejanza. Allí radica la dignidad de la
persona que ha sido creada en relación con los demás, para convivir y compartir.
La dignidad humana es también respetada en su relación
con la naturaleza, cuando el ser humano procura protegerla
y cuidarla como su entorno más preciado, conviviendo
en armonía. En el progreso del mundo moderno se puede
manifestar el llamado de Dios a colaborar en la creación,
aportando con el trabajo del hombre en miras a su
desarrollo y bienestar.
La Iglesia, siguiendo el camino de su Maestro y fundador,
procura hacer viva en el mundo actual la colaboración
del hombre en todas sus dimensiones y, por supuesto,
en generar mejores condiciones de vida. El documento
Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, o sobre la misión
de la Iglesia en el mundo actual, nos invita a valorar la
actividad humana y su inmenso aporte al desarrollo de los
pueblos como una obra querida por el Padre Dios.
La creación de Adán, (fragmento
y detalle), Miguel Angel, 1511,
Capilla Sixtina, Roma. El valor de la actividad humana
“Una cosa hay cierta para los creyentes: la actividad
humana individual y colectiva o el conjunto ingente
de esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de
los siglos para lograr mejores condiciones de vida,
considerado en sí mismo, responde a la voluntad de
Dios. Creado el hombre a imagen de Dios, recibió el
mandato de gobernar el mundo en justicia y santidad,
sometiendo así la tierra y cuanto en ella se contiene,
y de orientar a Dios la propia persona y el universo
entero, reconociendo a Dios como Creador de todo,
de modo que con el sometimiento de todas las cosas
al hombre sea admirable el nombre de Dios en el
mundo.”
(Gaudium et Spes, Nº 34, 1965)