Page 13 - Edición 858 El Directorio
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zón de América. Nueve meses después de su llegada, la gran mayoría de los habitantes de lo que estaba destinado a ser Nuevo Edimburgo estaban muertos.
Según cuenta el histo- riador T.C. Winegard, la expedición fue un de- sastre.
Enfermos de fiebre amarilla y de malaria, dos enfermedades pro- pagadas por los feroces mosquitos que los ase- diaban a todas horas y para las que sus cuer- pos no estaban inmuni- zados, los colonos comenzaron a morir a razón de una docena al día. En los diarios, car- tas y relatos de los pio- neros escoceses las palabras que se repiten son “mosquitos, náu- seas, fiebre y muerte”.
Pese a las protestas de Patterson, en junio de 1699, después de haber resistido a duras penas los ataques de una fuerza española, y cuando ya habían muerto la mitad de los expedicionarios, los su- pervivientes –salvo aquellos demasiado dé- biles para moverse, que permanecieron en la orilla esperando la muerte– regresaron a los barcos y se replega- ron a Jamaica antes de
huir hacia el norte en di- rección a casa. Aún así, siguieron muriendo en masa.
El 24 de septiembre de 1699, pocos días antes de que el atribulado grupo de sobrevivientes llegara a Escocia, una segunda flota de cuatro barcos que transporta- ban 1 300 refuerzos es- coceses, incluidas cien mujeres, había zarpado hacia Darién. Después de perder 160 personas durante el viaje, esta segunda ración de es- coceses destinados a servir de comida a los mosquitos de Darién atracó exactamente un año después en el mismo sitio que sus predecesores.
La realidad se mostró ante sus ojos con toda crueldad: entre cadáve- res descarnados por los zopilotes, de todas las pelucas, peines, zapa- tos y de toda la ambi- ción con las que habían abandonado Escocia, solo quedaban los res- tos de una imprenta abandonada en una playa vacía.
En marzo de 1700, cua- tro meses después de su llegada, la malaria y la fiebre amarilla mata- ban a los escoceses a un ritmo de cien por se- mana. Los que no mo-
rían de malaria, sucum- bían a manos de las tro- pas españolas del fortín de Santa María la Anti- gua del Darién, el esta- blecimiento fundado en 1510 a instancias de Vasco Núñez de Bal- boa.
A mediados de abril, los escoceses sobrevivien- tes se rindieron a los españoles. Como re- galo de despedida, los mosquitos se embarca- ron con ellos y conti- nuaron devastando a los fugitivos, matando a otros 450 mientras cru- zaban el Atlántico de vuelta a casa. De los 1 300 colonos que forma- ron el segundo intento de colonización de Da- rién, menos de cien re- gresaron a Escocia.
Los mosquitos de Da- rién habían triunfado contra unos europeos tan ilusionados como inexpertos. En total, de los 2 500 colonos esco- ceses que navegaron hacia Darién, los mos- quitos mataron al 80 %. Con los muertos se es- fumó hasta el último céntimo invertido en la empresa. Escocia es- taba en bancarrota.
En la jungla salvaje de Panamá, los mosquitos se habían comido el te- soro escocés. Miles de escoceses perdieron
Reportaje
sus ahorros, las revuel- tas inundaron las calles, las tasas de desempleo tocaron techo y el país se sumió en un caos fi- nanciero.
En ese momento, aun- que Inglaterra y Escocia compartían un mo- narca, eran dos países independientes con par- lamentos distintos. In- glaterra, más rica y más poblada, había estado acosando durante si- glos a su vecino pobre del norte para anexio- narlo. La abrumadora deuda generada por la desastrosa expedición doblegó a los escoce- ses, que acabaron por aceptar la oferta de uni- ficación con Inglaterra.
El sueño independen- tista de William Wallace – popularizado por Mel Gibson en la película Braveheart – terminó cuatro siglos después de su muerte, cuando los mosquitos de Darién condujeron al naci- miento de Gran Bre- taña.
Manuel Peinado Lorca (Catedrático de Univer- sidad. Departamento de Ciencias de la Vida e Investigador del Insti- tuto Franklin de Estu- dios Norteamericanos, Universidad de Acalá).
Edición 858 - Del 16 al 22 de enero del 2020
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