Page 12 - Edicion 806 El Directorio
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Reportaje
“Mein Kampf”: ¿quién se quedó con los millones de Hitler tras su muerte?
El libro “Mi lucha” enriqueció a Adolf Hitler en vida y se si- guió vendiendo tras su muerte... ¿Quién se benefi- ció con el texto en el que el líder del Tercer Reich expuso por primera vez sus ideas sobre la ideología política del nacionalsocialismo?
Cuando un guardia lo tomó por el hombro, sintió unos papeles, registró el capitán Hugh Trevor-Roper, investi- gador de la muerte de Hitler del comité de Inteligencia de los Aliados en 1945.
Al examinar su chaqueta, en la entretela de las hombreras encontraron unos documen- tos que el secretario del Füh- rer, Martin Bormann, le había dado a Lorenz para que los sacara de Berlín.
Eran nada menos que el tes- tamento y la última voluntad de Adolf Hitler.
Rothman y otros cuatro hom- bres debían traducirlos bajo condiciones de ultra secreto, contó Rothman en entrevis- tas a la prensa por motivo de la publicación de su libro “Hit- ler’s Will” en 2014.
Todos eran judíos por lo que les pareció irónico estar entre los primeros en leer los pen- samientos que tenía en mente poco antes de su muerte aquel que había hecho tanto por exterminar- los.
Legado sin fortuna
En su último testamento polí- tico, Hitler exponía sus moti- vaciones para hacer lo que había hecho y lo que pla- neaba hacer, todo salpicado por expresiones de su impla- cable odio a los judíos. Tam- bién detallaba cómo sería el gobierno que lo sucedería y nombraba al nuevo gabinete.
Pero respecto a sus bienes, los detalles no eran tantos.
“Lo que poseo pertenece -en
la medida en que tenga algún valor- al Partido. Si éste ya no existe, al Estado, si el Estado también es des- truido, no es necesaria nin- guna otra decisión mía“.
Esos fueron los deseos de- clarados por Hitler en otro documento en el que con- signó su última voluntad, que dictó y firmó en Berlín, junto con su testamento político, el 29 de abril de 1945, a las 4:00 en punto. Al otro día, se pegó un tiro.
Las colecciones de cuadros que había adquirido, “nunca fueron recopilados con fines privados, sino solo para la extensión de una galería en mi ciudad natal de Linz en el Danubio“, aseguró.
Y sus objetos de “valor senti- mental o necesarios para lle-
Cuando a Herman Rothman, un judío alemán que traba- jaba con el servicio de Inteli- gencia de Reino Unido, lo despertaron una madrugada de 1945 no sabía cuán sui generis sería su misión.
No sabía que las autoridades británicas habían arrestado a un oficial nazi llamado Heinz Lorenz, quien había sido se- cretario de prensa del minis- tro de Propaganda nazi Joseph Goebbels, por usar documentos de identidad fal- sos.
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Edición 806 Del 17 al 23 de enero del 2019