Page 16 - El Directorio edicion 765
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Salud
Los Guevara huyen de Venezuela
Miles de venezolanos cru- zan a Colombia por el
sus dos hijos. Ángel Gus- tavo tiene tres años y co-
la enésima visita de la poli- cía “con una maleta mal
Su idea es llegar a Perú, donde confía en tratar la leucemia del niño. Sí, Perú: entre los refugiados se ven bocas desdentadas y rostros desencajados, pero sobre todo ojos an- siosos que siguen cre- yendo en la vida y contra todo pronóstico apuestan a la esperanza.
puente Simón Bolívar; si el flujo no remite se teme una crisis humanitaria
“Imagine una ciudad del tamaño de Barcelona que hace unos años era relati- vamente rica y en la que hoy no hay comida en los supermercados ni medici- nas en los hospitales, y donde quienes protestan son perseguidos: de eso escapamos”. Susana Gue- vara tiene 25 años, el pelo agitado por un viento ima- ginario y unos ojos oscu- ros que miran como si acabaran de salir de una catástrofe misteriosa. O no tan misteriosa: salió hu- yendo de Caracas hacia Colombia a finales del año pasado con su madre y
rretea entre las piernas de la fotógrafa; Ángel Gabriel, de cinco, solo aparece fu- gazmente al final de esta conversación. El pequeño presenta síntomas de mal- nutrición; el mayor tiene leucemia y raquitismo. “Por eso nos vinimos: no había medicinas para tra- tarlo”, dice su madre. “Por eso y porque la represión política ya es inaguanta- ble”.
hecha a toda prisa, casi sin ahorros”. Dejó atrás a un marido chavista del que no tiene ni quiere tener no- ticias. Y tras 30 horas de viaje, llegó al puente Simón Bolívar —el cora- zón que late en toda esta historia, en la frontera entre Venezuela y Colom- bia— y cruzó a Cúcuta, una ciudad que práctica- mente besa la frontera. Junto a ella han llegado, cargados de maletas y de historias parecidas, en torno a un millón de vene- zolanos en el último año. “Al principio alquilamos una habitación, pero se agotó el dinero y vivimos en la calle hasta que nos abrieron las puertas de un centro de acogida”.
No hay que entenderlo todo, pero no
viene mal hacer el intento. Ocho de cada 10 venezo- lanos huyen porque sufren pobreza crónica o severa, porque la hiperinflación se come los ahorros —y los sueldos—, porque el PIB ha caído el 40% en tres años, porque la inseguri- dad alimentaria afecta al 90% de la gente y porque faltan medicamentos y hasta médicos: 6.700 li- cenciados en medicina en- grosan las filas de la diáspora. Y, ante todo, y sobre todo, por miedo: “El Gobierno arremete contra los críticos a través de re- presión a veces violenta en las calles, encarcela a opositores y juzga a los ci- viles en tribunales milita- res”, dice un informe de la ONU.
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El Directorio Comercial Latino de Montreal
Guevara —paradójico ape- llido para huir de una su- puesta revolución— es radióloga y empezó a pro- testar por la situación ve- nezolana cuando tenía 17 años. Fue detenida varias veces. Uno de sus hijos fue víctima de un secues- tro. Y ahí dijo basta: aban- donó su casa después de
El exilio es uno de los nombres del viaje. Si el exilio es forzado se con- vierte —en palabras del escritor Santiago Gam- boa— “en un viaje triste”; en una suerte de condena.
Edición 765 Del 05 al 11 de abril del 2018


































































































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