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Lic. Leticia Moguel Díaz
Lecciones de vida
Ni tus padres, ni la suerte, ni la vida, ni Dios son culpables de lo que estás viviendo. Son tus bue-
cuenta de que el tiempo pasa. Y es hasta que vemos “que los demás envejecen”, que nos
· Ya no hay tiempo para re- vertir los daños orgánicos por descuido de la salud, o por haber comido y/o bebido en de- masía. Pero sí se puede comer sanamente y dejar de beber el tiempo que nos quede de vida. · El daño al organismo cau- sado por cigarro o drogas, ya no se puede revertir, pero sí se puede detener si se deja de con- sumir.
suelve en la vejez. Así es como se ha construido, a través de la historia, una enorme cadena de errores que tienen a millones de ancianos viviendo solos, enfer- mos, deprimidos, tristes y/o po- bres.
NO TE QUEJES, ERES PRODUCTO DE TUS DECISIONES
nas o malas decisiones las que te tienen viviendo como vives.
damos cuenta de que la vida se fue. Los menos conscientes, ni siquiera cuenta se dan. ¡Ellos si- guen en la fiesta!... ¡La vida es para disfrutarse!... ¡Yepa!... ¡Yuja!...
· Ya no hay tiempo para for- mar una pareja sana y estable o una nueva familia. Pero, en lo posible, sí se puede intentar buscar ayuda y compañía entre la gente más cercana, y en lo posible, tratar de ser útil.
Ya es tiempo de hablarles a los niños sobre la vida, la vejez y la muerte, para que, sanamente, sepan hacia dónde se dirigen, y puedan planear, desde ya, su vida futura y su vejez, por qué no. Comiendo sanamente, ha- ciendo ejercicio, evitando alco- hol, cigarros y drogas, aprendiendo a cuidar su “dine- rito” y sus relaciones con los demás. Porque la vida futura, se resuelve en y desde la vida presente.
¿Sabías que esa persona no te convenía y aún así te relacio- naste con ella?... ¿Malgastas o malgastaste tu dinero?... ¿Das o diste prioridad a la diversión antes que a la obligación?... ¿Estás preparado económica, emocional, y espiritualmente para la vejez?... ¿Cuidas o cui- daste la relación con tu pareja, con tu familia, y especialmente con tus hijos?... ¿Cuidas y cui- daste tu salud y tu integridad fí- sica?... ¿Comiste y bebiste, o comes y bebes sin medida?... ¿Fumas o fumaste?... ¿Te drogas o te drogaste?... ¿Tienes o has tenido la idea de que los demás envejecen más que tú?... ¿Si- gues pensando y actuando como cuando eres joven?... por cualquiera de estos errores... ¿Te encuentras solo?... ¿depri- mido?... ¿triste?... ¿enfermo?... ¿gordo?... ¿sin seguridad econó- mica?...
· Simplemente, ya no hay tiempo. La vida no se corrige. Solamente se puede “parchar” como parchan los neumáticos en la vulcanizadora.
Aún quienes por suerte, por he- rencia, o por trabajo, tienen su economía resuelta, aún ellos deben atender los demás as- pectos de su vida: salud física y mental, relación familiar, y algo muy importante, atender su crecimiento espiritual (aunque a muchos les cause comezón el tema), para aspirar a una buena vejez y una mejor muerte. Todos, en tanto humanos que somos, nos equivocamos una y otra vez. Lo importante es aprender de nuestros errores y tratar de no cometer el mismo dos o más veces. “Sólo los seres humanos se tropiezan dos veces con la misma piedra” – dice un dicho. Y si no fue suficiente esta vida para aprender y corregir, tendrán que “repetir la tarea” en otras vidas hasta que apren- dan (así lo creo), porque somos espíritus en evolución. le- tuch05hotmail.com
Un error muy frecuente entre los seres humanos es no darse
· Ya no hay tiempo para co- rregir los errores de juventud.
· Ya no hay tiempo para em- prender, prácticamente, nada que permita asegurar el futuro económico. A menos que lle- gue un golpe de suerte.
Edición 726 Del 6 al 12 de julio del 2017
El Directorio Comercial Latino de Montreal 7
El derroche es pariente cercano del consumismo. Y si los medios bombardean el cerebro de los tontos con la idea de comprar para tener cada vez más, pues los tontos responden consu- miendo y derrochando. Derro- chando dinero, derrochando salud, derrochando energía, ¡derrochando vida!...
La adultez es el tiempo de la co- secha, no de la siembra. Y tú, yo, y todos estamos cosechando lo que en la juventud sembramos. La vejez es el tiempo de la sabi- duría, del descanso, de la tran- quilidad, de “hacer las maletas” y preparar la salida... ¿Y cómo tener una vejez, si no feliz, sí tranquila y en paz?... precisa- mente atendiendo, desde la adolescencia, todos los aspec- tos de la vida que nos permiti- rán tener un buen final.
Es alarmante la cantidad de per- sonas adultas que están solas, enfermas, obesas y/o que, ade- más, no tienen resulta su situa- ción económica. Y de la adultez a la vejez, hay sólo un pequeño espacio de tiempo. Y:
¿Y quién es “el insensato” que les habla a sus hijos, desde sus primeros años de vida, acerca de prepararse para la vejez y la muerte?... ¡Nadie, qué locura! Efectivamente, nadie nos habla de esos dos temas. Primero, porque tampoco a nuestros pa- dres les hablaron de ellos. Y se- gundo, porque, erróneamente, se piensa que la vejez se re-