Page 8 - Edicion 819 El Directorio
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El mundo
El dos veces Presidente de Perú se suicidó con un dis- paro en su cabeza, antes de ser detenido en su hogar en Lima. Carismático y con un
Alan García, el camaleón de la política
peruana
casas de amigos y final- mente se escondió en la ma- leta de un auto para, más tarde, partir al exilio en Co- lombia. Para sus partidarios,
su inagotable poder de con- vencimiento, ya venía mal.
Acusado de recibir sobornos de la constructora brasileña,
de la Torre -una de las mayo- res figuras políticas de Perú del siglo XX- y debutó en grande en las elecciones de 1985, en las que se impuso con el 45,7% de los votos. Tenía apenas 35 años.
Pero al Presidente más joven en la historia de Perú, impe- tuoso y seductor de masas, le pasó la cuenta su inexpe- riencia. Su gobierno (1985- 1990) fue un completo desastre, con una hiperinfla- ción de 7.000%, la mayor por lejos de América Latina en esa época, lo que arruinó al país. Así, terminó su gestión con acusaciones de enrique- cimiento ilícito, acciones de grupos terroristas como Sen- dero Luminoso y el MRTA al alza y un “hijo político” ines- perado: Alberto Fujimori, un outsider que surgió como un polo opuesto a García. “Re- conozco que en mi primer gobierno hubo graves proble- mas y grandes errores de in- terpretación de la situación y mucho ideologismo”, dijo tiempo después.
“Su gobierno fue muy malo, pero la democracia sobrevi- vió’, dijo Mario Vargas Llosa respecto de la caótica admi- nistración aprista.
“La mentira en sus labios”
Más tarde tuvo su revancha. Tras su exilio en Bogotá y París, volvió en gloria y ma- jestad a Lima en enero de 2001, cuando Fujimori había caído y Alejandro Toledo era el gran favorito para ganar esos comicios. “Alan tiene la mentira en sus labios”, decía
innegable poder de oratoria, García tuvo muchas vidas: li- deró un gobierno desastroso en los 80 y luego se redimió con un segundo mandato.
Hay muchas escenas que definen la vida de Alan Gar- cía, pero una en particular marca de alguna manera lo que fue su larga trayectoria política. En 1992, tras el au- togolpe de Alberto Fujimori, la policía peruana acudió a su casa para detenerlo, pero el exmandatario se las inge- nió para fugarse por los teja- dos de las viviendas aledañas y pasó la noche dentro de un tanque vacío de agua.
Luego, consiguió refugio en
García siempre encarnó eso de los “principios” y “valores” de la política; para sus ene- migos, el exjefe de Estado era un “caballo loco” que solía acomodar la situación para evadir las tormentas que se avecinaban en su contra.
Alan García Pérez, de 69 años, siempre “jugó” con las sorpresas, con lo inesperado, con lo dramático y con la “consecuencia política”. En ese contexto, cuando se vio abrumado por su arresto en el marco del caso Odebrecht, se pegó un tiro en la cabeza, en una de las habitaciones de su hogar en Lima. García, conocido por su carisma, su imponente 1,93 de estatura y
advirtió en varias ocasiones que no pasaría un día en la cárcel, que no sufriría el des- tino trágico de otros expresi- dentes peruanos procesados y encarcelados por la justicia, siempre con el caso de Lula da Silva en Brasil como refe- rente. Cuando en noviembre pasado vio que no le que- daba otra salida, intentó en vano refugiarse en la emba- jada de Uruguay, pero aque- llo también le salió mal.
García, abogado de profe- sión y amado y odiado en partes iguales por sus com- patriotas, sorprendió a Perú una y mil veces. Militante del APRA desde la secundaria, se aprendió de memoria el manual de Víctor Raúl Haya
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Edición 819 Del 17 al 23 de abril del 2019