Page 16 - Edicion 848 El Directorio
P. 16
Mundo
30 años de la caída del Muro de Berlín: el muro invisible que todavía divide a Alemania
La noche del 9 de noviembre de 1989, Andrea estaba con su familia en la sala de su pe- queña casa en Hamburgo
"La noche de la caída del Muro de Berlín fue la peor de mi vida": Egon Krenz, último líder comunista de la Alemania
Un muro invisible.
alberga el mayor puerto del país, el tercero de Europa y uno de los más importantes del mundo.
16
El Directorio Comercial Latino de Montreal
cuando de pronto suena el telé- fono.
Su mamá se apresura a res- ponder la llamada y, luego de un silencio que pareció eterno, dice lentamente: "Prendan la televisión".
Tras la II Guerra Mundial, Alemania y su capital, Berlín, quedaron divididas en cuatro zonas
Desde la reunificación del país, cerca de 3.700.000 alemanes han abandonado el Este; unos con el fin de reencontrarse con sus familiares, pero la mayoría lo ha hecho buscando las opor- tunidades profesionales, eco- nómicas y sociales que ofrecen las grandes metrópolis ubica- das en la antigua Alemania Oc- cidental. Esta cifra representa casi una cuarta parte de la po- blación de la antigua República Democrática Alemana.
"Cuando llegué a Hamburgo ya tenía una idea de cómo sería la vida aquí, había visitado la ciu- dad un par de veces. Sabía sobre todas las cosas buenas que me esperaban, pero nunca nadie me habló de las malas", confiesa con los ojos aguados. Ella considera que la sociedad en el Oeste es más individua- lista, mientras que en el este la gente se preocupa más por el prójimo. "Me sentí aislada al principio, siento que el sistema capitalista promueve el egoísmo y la soledad". Alemanes de segunda clase Más allá de las desigualdades económicas y sociales, Dalia Marin, profesora de economía en la Universidad de Múnich e investigadora del Centro de In- vestigación en Economía y Po- lítica (CEPR), habla de una diferencia "mental" entre los alemanes orientales y occiden- tales.
Siguiendo la orden de su es- posa, Gert Fisher toma el con- trol remoto y, un par de segundos después de haber encendido la TV, se derrumba en el suelo y rompe a llorar. Andrea, que en ese entonces tenía solamente 13 años, re- cuerda que luego de escuchar la noticia de la caída del Muro de Berlín, le surgieron unas ganas incontrolables de tomar un tren con destino a la capital alemana para vivir ese mo- mento histórico. "Era muy joven y tenía un espíritu libre y revo- lucionario", explica con emo- ción.
Más tarde, las potencias occi- dentales decidieron integrar sus respectivas zonas, y en 1949 nació, en el oeste, la Re- pública Federal de Alemania, mientras que en el este surgió la RDA, que más tarde iniciaría la construcción de un Muro en Berlín que dividió la ciudad en dos.
Ludwig recuerda cómo la gente hacía comentarios sobre su acento.
"Apenas abría la boca, la gente me preguntaba '¿Eres de Dresde?', yo simplemente res- pondía: 'no, de Leipzig'", ex- plica con pena la señora que este mes celebrará su 70 cum- pleaños. "No sé cómo puedes adaptarte a Hamburgo. Somos tan fríos", le decían frecuente- mente.
Oriental
El muro de la ver- güenza, como se le conocía en gran parte de Occi- dente, o de protec- ción antifascista, como lo llamaba el gobierno de la Re- pública Democrá- tica Alemana (RDA) fue posible- mente el símbolo más conocido de la división del país, que luego de su reunificación se ha convertido en el motor económico europeo.
En busca de más oportunida- des
En una piscina local de Rein- bek, un suburbio de Hamburgo a unos 40 minutos del centro de la ciudad, Christine Ludwig, nacida y criada en las afueras de Leipzig, al este de Alemania, decidió mudarse al oeste 5 años después de la caída del Muro.
Lo único que Ludwig lamenta de la caída del Muro es que no cayera 10 años antes. "Cuando llegué aquí ya tenía 45 años. Si hubiera tenido 35, habría po- dido hacer algo diferente con mi vida profesional".
Desde su llegada a la región, la industria restaurantera ha sido su pasión. "A los dos días, ya había conseguido un trabajo en un Pizza Hut local. Y desde hace 15 años trabajo en la co- cina de esta piscina local. Los del Este somos gente muy tra- bajadora", afirma con una gran sonrisa mientras le sirve un pretzel a un cliente empapado de agua.
contraladas cada una por una de las potencias ganadoras de la contienda: la URSS, Reino Unido, Francia y Estados Uni- dos.
Pero hoy, exactamente 30 años después de su caída, el im- pacto económico y social de- jado por la división del país se subestima por completo.
Con casi 200.000 migrantes, Hamburgo destaca como des- tino. Ninguna otra urbe recibió a tantas personas del Este como esta ciudad industrial que
Y muchos alemanes sienten to- davía la presencia de un muro invisible que según ellos, aún divide al país.
"Los del Este muchas veces se sienten como ciudadanos de segunda clase", le dice a BBC Mundo.
"Al principio, todo el mundo quería venirse, pero yo tenía dudas, tenía mi apartamento y mi trabajo en Leipzig", re- cuerda.
"Varios amigos se fueron a Mú- nich, otros a Frankfurt; pero yo escogí Hamburgo porque mi mamá estaba aquí".
Edición 848 - Del 7 al 13 de noviembre del 2019