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Su sentido de la dignidad y del respeto de
sí se empina, agresivo y contundente, cuando
responde, por ejemplo, a unas sugerencias ma-
lévolas por la introducción, al país, de un carro
como antiguo diplomático. Su página “Interpre-
tación de un oligarca” es una descripción de la
pobreza que invariablemente lo acompañó, a pe-
sar de que dirigió los más altos poderes públicos.
Es una lección de decoro y respeto a sí mismo,
de quien tiene influencia social y política en una
democracia. Y da otra enseñanza al detallar mi-
nuciosamente cómo es de flaca su economía. Es,
pues, una coincidencia total entre lo que predica
y como ordena su existencia.
Al hablar de Eduardo Jaramillo Valle-
jo, un hombre de negocios a quien reconoce
como su amigo, destaca algo básico que se re-
laciona con el rigor en el destino ético. Dice:
“pero las dos veces en que entré a la Presiden-
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