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C H A M P A G N E N A T U R E

Como en todo viaje inaugural, hemos invitado a subir a La ba-
landra a muchos amigos, colegas, maestros y vecinos de este hermo-
so oficio de narrar. Queremos agradecer el entusiasmo y la calidez
con que han respondido a nuestra convocatoria. Muchos de ellos se-
guirán viajando con nosotros. Otros nos alentarán desde el puerto o
abordarán más adelante. Esperamos contar con muchos más en cada
viaje. Pero para dejar muestra de la enorme generosidad con que to-
dos ellos nos han reconocido y alentado, inauguramos especialmente
una sección que dimos en llamar Champagne Nature, por ser la ima-
gen de la botella de espumante arrojada contra el barco una de las
más entrañables a las que podemos apelar cuando de buenos augu-
rios se trata. Hoy, entonces, en Champagne Nature, el queridísimo y
talentoso Andrés Neuman (quien, según el decir de Bolaño, habrá de
adueñarse del futuro de la literatura) nos regala un cuento inspirado
en una de las actividades más frecuentes del escritor, la contempla-
ción del mundo, del tiempo que se va.