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1     ¿Qué pasó con el trío formado por Pedro, Giuliana y Andrea?






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                                                                                                  Concupiscencia

                                                                                                    Deseo de bie-
              2     ¿Qué les recomendó el profesor?                                                nes materiales
                                                                                                    o terrenos, en
                                                                                                    especial deseo
                                                                                                   sexual exacer-
                                                                                                    bado o desor-
                                                                                                        denado



              3     ¿Cuál es el noveno mandamiento?














                          Juzgar






                        Para ser limpios de corazón es necesario
                     rechazar con firmeza pensamientos y deseos
                     impuros, que constituyen la raíz interna del pecado
                     contra la castidad. Estos pensamientos y deseos                                    A,B,C
                     llegan a ser pecado cuando se consienten. Alguna
                     vez dijo Jesús desde lo alto de una montaña:                                    Pecaminoso
                     “bienaventurados los limpios de corazón, porque                               Sinónimos co-
                     ellos verán a Dios” (Mt 5,8).                                                 rrupto, impuro,
                        Profesor, ¿por qué ocurren en nosotros esto                                 inmoral, obs-
                     pensamientos y deseos?, preguntó Miranda.                                           ceno.
                        El bautismo nos perdona los pecados, pero                                     Antónimos
                     no nos quita una debilidad interior que se llama
                     concupiscencia y que continuamente nos inclina a                               limpio, virtuo-
                     pecar. Fruto de esta concupiscencia, que no es pecado, brotan                          so
                     en nosotros pensamientos y deseos pecaminosos. Nunca hay
                     que consentirlos ni favorecerlos.
                                                                              continúa




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