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de Jerusalén una ciudad invencible. Pero la fe no supliría la falta
                                                 de sentido común. El orgullo de la ciudad santa se tornó en locura
                                                 al enturbiar su inteligencia y hacerle pensar que, por voluntad
                                                 de Dios, su pequeño ejército derrotaría a Babilonia. Pero llegó
                           Los                   Nabucodonosor, el rey de Babilonia, y peleó contra Jerusalén. Al
                        perso-                   fin, Nabucodonosor venció e hizo que los israelitas sean siervos
                      najes que                  suyos y se llevó a miles a Babilonia. Era el año 587 a.C.  Me quedé
                                                 en Judá con los campesinos del lugar a quienes animaba a seguir
                       estamos                   confiando en la bondad de Dios. Pero tampoco esta vez me
                  conociendo                     hicieron caso. Un cabecilla de la región, Ismael, se rebeló contra
                 tenían la mi-                   Babilonia y asesinó a Godolías, el gobernador que Nabucodonosor
                                                 había dejado en Jerusalén. El pueblo, temiendo la represalia, se
                  sión de sal-                   refugió en Belén. Supliqué al pueblo que permaneciera en su tierra,
                 var al pueblo                   pero ellos asustados huyeron a Egipto, llevándome a la fuerza y a
                de la idolatría                  mi secretario Baruc. Terminé así mis días en Egipto, pidiendo a mis
                 y la maldad.                    compatriotas mantenerse en la fe y poniéndoles en guardia contra
                                                 los peligros de la idolatría
                  Si ellos vi-                      - Soy Ezequiel, mi nombre significa “Dios conforta”, pertenecí
                   vieran en                     a la clase sacerdotal. Cuando ocurrió la destrucción de Jerusalén,
                nuestro país y                   fui llevado a Babilonia como cautivo, hacia el 598 a.C., juntamente
                                                 con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Viví en una
                 en esta época,                  localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar, al sur de Babilonia.

                 ¿cuál sería su                  Allí estuve con mi esposa, participando de las penas de los exilados.
                    misión?                      En el año quinto de mi cautividad, mientras me hallaba a orillas de
                                                 dicho río, fui llamado misteriosamente al ministerio profético, que
                                                 ejercí durante veintidós años. Fui muerto por un juez del pueblo
                                                 que había sido reprendido por mí. Tuve la misión de predicar a
                                                 los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los
                                                 castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de los
                                                 caminos del Señor. La situación era sumamente delicada, pues los
                                                 exiliados, lejos de comprender, continuaban con su propensión a
                                                 la idolatría y acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles
                                                 cargar con culpas de sus antepasados. Por otra parte, estaban
                    Personal                     seguros de que el exilio duraría muy poco tiempo. Hice frente a
                      Social                     estas falsas concepciones y acusé los vicios que se cometían, como
                Ezequiel es uno                  la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados
                                                 contra la justicia social. Mis anuncios se cumplieron, y ante la
                de los profetas                  depresión nacional, empecé a predicar la restauración de la nación,
                 que habla del                   en un nuevo proyecto ideal, en el que se cumplirían las íntimas
                 compromiso y                    aspiraciones individuales y colectivas de la gente del pueblo. Morí
                                                 en el destierro, víctima del jefe de los israelitas, a quien eché en
                la responsabi-                   cara la veneración de los ídolos.                         continúa
                  lidad social.


                                        2     Reflexiona el santo Evangelio según san Lucas 4, 24-30 y responde:



                                                      «Y Jesús añadió: “Ningún profeta es

                                                     bien recibido en su patria”». Lucas 4, 24




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