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2. La fe de los cristianos
¿Es posible vivir la
experiencia de Dios? Hemos visto en el apartado anterior cómo la fe requiere confianza en al-
guien y aceptación de lo que dice, hace y propone. Lo mismo sucede con
Si ponemos las condiciones opor- la fe de los cristianos. Creen en Dios que se ha dado a conocer por Jesús,
tunas, es decir, si estamos abiertos su Hijo, y confían en Él. Esto les lleva a aceptar su vida y su mensaje.
a Él, podemos experimentar cómo
nos sale al encuentro en la oración,
2.1. La fe en Dios es razonable
en la celebración de los sacramen-
tos y, también, podemos oír cómo La existencia de Dios no es demostrable, no se puede resolver como una
nos llama a seguirle, a vivir su pre- ecuación matemática, pero sí razonable. Se cree porque hay razones
para creer. Es verdad que no hay evidencias científicas de la existencia
sencia en nuestra vida, a actuar en
de Dios, pues fe y ciencia se mueven en planos diferentes, pero sí argu-
su nombre ayudando al necesita-
mentos que la apoyan.
do.
La fe cristiana se ha de entender en clave de encuentro personal con Dios,
También lo podemos encontrar me-
y no simplemente como un conjunto de verdades, de normas éticas y mo-
diante personas próximas a noso-
rales o de ideas acerca del hombre y de Dios. Los cristianos no creen en
tros y en hechos y situaciones que algo, sino en Alguien. Su fe es, en esencia, caminar hacia el encuentro
acontecen en nuestra vida cotidia- personal con Dios desde el amor.
na.
— Describe algún momento de tu
vida en que te has encontrado } Dios invisible, movido de amor, habla a los hombres como amigos,
cerca de Dios, por ejemplo, en trata con ellos para invitarlos y recibirlos en su compañía. ~
un Retiro espiritual. o
Dei Verbum, N. 2
La fe en Dios, «a quien nadie ha visto nunca» (1 Jn 4,12) no es,
sin embargo, algo irracional.
— El creyente cristiano no cree en Dios porque sí, sino que su
fe en Dios es la respuesta a una llamada en la que el mismo
Dios toma la iniciativa e invita al ser humano a entrar en co-
munión con Él: «Dispuso Dios en su bondad y sabiduría re-
velarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad»
o
(Dei Verbum, N. 2).
— El creyente cristiano sabe que no puede acceder a Dios si no
es a través de Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida;
nadie viene al Padre si no es por mí» (Jn 14, 6). Jesús es el
punto de encuentro entre la persona y Dios; por eso decimos
que Jesús es el centro de la vida cristiana.
Como explica el teólogo González Faus, «a Dios no lo podemos
demostrar, pero sí mostrar». Podemos admirar infinidad de huellas
y signos de la existencia y la presencia de Dios.
Muchas personas de todos los tiempos han experimentado la
existencia de Dios:
— Contemplando el gran libro de la Creación.
— En los deseos profundos del ser humano.
— En el regalo diario de la vida.
— En la lectura de la Biblia.
Muchas personas han encontrado a Dios con-
templando el gran libro de la Creación. — Y, sobre todo, en la persona de Jesús.
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