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                                                    Una fe que se comparte
                       La Comunidad-Iglesia
                                                    Los cristianos viven su fe en comunidad, en familia, y como en toda familia,
                    Está formada por:
                                                    sus miembros comparten las responsabilidades y los quehaceres.
                          El Papa. Recibe este nombre
                       el obispo de Roma, sucesor   La Iglesia ha de proclamar al mundo entero la Buena Noticia de la Salvación.
                       de Pedro, que, como tal, es  Todos sus miembros, es decir, todos los cristianos, son responsables de
                       el máximo responsable de la  ello, porque cada uno, según sus posibilidades y los carismas recibidos, es
                       Iglesia católica. Como repre-
                       sentante de Cristo para la   un enviado de Jesús para anunciar el Evangelio con hechos y con palabras
                       Iglesia universal preside a to-  y, a la vez, está comprometido en la construcción del Reino de Dios. Nadie
                       dos los obispos del mundo.   queda excluido de esta labor y cada miembro ha de encontrar su función.
                          Los obispos. Son los suce-
                       sores de los apóstoles. Su   Pero, para que todo se haga con orden y siguiendo las normas dadas por
                       misión es enseñar la fe, ce-  Jesús, es necesario que algunos creyentes consagren su vida al Ministerio
                       lebrar el culto, sobre todo la  sacerdotal. Son los ministros ordenados: obispos, presbíteros y diáconos.
                       Eucaristía, y dirigir la Iglesia  Se llaman así porque los cristianos que se sienten llamados a desempeñarlos
                       local (las diócesis).
                                                    reciben el sacramento del Orden.
                          Los presbíteros. Son los
                       colaboradores de los obis-   Los demás cristianos, que viven su fe en el mundo desde su vocación concreta:
                       pos. En su nombre presiden   matrimonio, soltería…, llevan a cabo otros servicios en la Iglesia: catequesis,
                       las comunidades cristianas   docencia, animación de la liturgia... y se les llama laicos. Los servicios que
                       locales (las parro quias), ayu-
                       dados muchas veces por       ellos prestan se denominan ministerios laicales.
                       otros presbíteros y/o diáco-
                       nos.                         Entre todos los cristianos, laicos o ministros consagrados, se distinguen es-
                                                    pecialmente los religiosos y religiosas. Estos cristianos viven en comunidad
                          Los diáconos. Asisten a los
                       obispos y presbíteros en su  siguiendo los consejos evangélicos. Por ello, emiten los votos (promesas
                       labor pastoral, sobre todo en  sagradas) de castidad, pobreza y obediencia que les ayudan a vivir su fe
                       el anuncio y la celebración de  desde la entrega y el servicio a los demás a través de la oración, la enseñanza,
                       la fe: predican el Evangelio,  el cuidado de los enfermos, etc.
                       celebran el sacramento del
                       Bautismo y asisten en la ce-
                       lebración del Matrimonio.    3.3. Coherencia entre fe y vida
                          Los laicos. Son cristianos
                       que viven el Evangelio desde  La persona llega a la madurez cuando dice lo que piensa y hace lo que dice.
                       su vocación concreta: matri-  A esto se le llama coherencia de vida. El cristiano ha de esforzarse en alcanzar
                       monio, soltería… Se esfuer-  la madurez en su fe; es decir, ha de procurar que su vida y forma de actuar
                       zan en santificarse en el ejer-
                       cicio de su trabajo y en el  reflejen lo que dice creer y vivir. Así lo expresa el apóstol Santiago en su re-
                       cumplimiento de sus respon-  flexión sobre la fe y las obras:
                       sabilidades. Colaboran en la
                       comunidad cristiana median-
                       te los ministerios laicales. Al-
                       gunos de ellos están compro-
                       metidos en el mundo de la
                       política, en los sindicatos, en  Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe si no tiene obras?
                       asociaciones civícas…, para      ¿Podrá salvarlo la fe? Supongan que un hermano o hermana andan medio
                       ayudar a construir el Reino      desnudos,faltos del sustento cotidiano, y uno de ustedes le dice: ve en paz, ca-
                       de Dios.                         liente y saciado; pero no le da para las necesidades corporales, ¿de qué sir-
                                                        ve? Lo mismo la fe que no va acompañada de obras, está muerta del todo..
                          Los religiosos y religiosas.
                       Son cristianos (presbíteros o                                                            Sant 2, 14-17
                       laicos) que, consagrados a
                       Dios por los votos de casti-
                       dad, pobreza y obediencia,
                       viven el Evangelio desde la  De hecho, toda la vida cristiana está dirigida al servicio de la caridad y, desde
                       entrega a los demás en su    los mismos orígenes del cristianismo, el amor al prójimo es la piedra de toque
                       dedicación a la oración, a la
                       enseñanza, al cuidado de los  que garantiza la fe que se profesa. Hasta tal punto esto es así, que el mismo
                       enfermos…                    Jesús había explicado a sus discípulos que son las obras las que identifican
                                                    a un cristiano, es decir, es por la coherencia de vida por lo que se reconoce
                                                    a sus seguidores: «En eso conocerán todos que son mis discípulos, en que
                                                    se aman unos a otros» (Jn 13, 35).






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