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“ LAS ANDANZAS DE FILOMENO “
- Un enigma, una pregunta…siempre estáis explorando, sois incansables. Les
comentó el Maestro.
- Ayer estuvimos en las montañas, por los senderos y leímos un cartel que
anunciaba un sendero de un fresno.
- Bueno… ¿y dónde está el enigma?, ¿se puede saber? Preguntó irónicamente.
- Pues…que no vimos ni un solo fresno. Respondió Julián.
- ¿Estáis seguros? Volvió a preguntar.
- Segurísimos, no hay ni un solo fresno. Contestó esta vez Filomeno.
- Debe ser algún misterio, ya sabemos que hay muchos misterios en el pueblo.
Insistió Julián.
- Seguramente se os haya pasado, entre tantos árboles. Comentó el Maestro.
- No hay ni un solo fresno. Volvió a decir Filomeno.
- ¿Puedes explicarnos este misterio Maestro? Preguntó Julián.
Tras varios segundos pensando y mirando hacia el río, Don Gregorio comenzó a
contarles una historia, la verdadera historia del sendero del fresno ante la atenta
escucha de los dos amigos…
…Cuenta la leyenda que hace muchos años, tantos años que yo ni siquiera había
nacido había en la llanura donde se inician los senderos un árbol gigante, un fresno
precioso en el que los niños jugaban y los vecinos del pueblo acudían cada tarde a
pasear y contemplar su belleza.
Era aquel fresno el orgullo del pueblo, un árbol sano, que daba una sombra
imponente, que todos mimaban y cuidaban.
- ¿Y dónde está ese fresno, Maestro? Interrumpió la narración Filomeno.
- Eso, ¿dónde está? Añadió Julián.
- Déjenme seguir contando la historia, no interrumpáis. Les advirtió a ambos.
…pero un buen día al parecer un vecino llamado Zacarías, familiar lejano de Ramiro,
el mercader del pueblo al que ustedes y yo conocemos, tuvo la maléfica idea de
talarlo y con su madera hacer mangos de hachas para después venderlas en un país a
un precio muy caro, pues la madera del fresno era muy codiciada en otros lugares.
Nadie imaginaba las intenciones de Zacarías, pues… ¿quién iba a pensar en tal
escandalosa idea? Unos días antes de la tragedia, llegó al puerto trasero del pueblo
un barco extraño, sin bandera y muy sucio, y con él un señor que se hacía llamar
Rómulo. Llegaron los vecinos a conocer su nombre pues solía ir a beber vino a la
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