Page 344 - LADF LIBRO MANUAL
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“ LAS   ANDANZAS   DE  FILOMENO “


            -  Un  enigma,  una  pregunta…siempre  estáis  explorando,  sois  incansables.  Les
                comentó el Maestro.

            -  Ayer  estuvimos  en  las  montañas,  por  los  senderos  y  leímos  un  cartel  que
                anunciaba un sendero de un fresno.
            -  Bueno… ¿y dónde está el enigma?, ¿se puede saber? Preguntó  irónicamente.
            -  Pues…que no vimos ni un solo fresno. Respondió Julián.
            -  ¿Estáis seguros? Volvió  a preguntar.
            -  Segurísimos, no hay ni un solo fresno. Contestó esta vez Filomeno.
            -  Debe  ser  algún  misterio,  ya  sabemos  que  hay  muchos  misterios  en  el  pueblo.
                Insistió Julián.

            -  Seguramente se os haya pasado, entre tantos árboles. Comentó el Maestro.
            -  No hay ni un solo fresno. Volvió a decir Filomeno.
            -  ¿Puedes explicarnos este misterio Maestro? Preguntó Julián.


            Tras  varios  segundos  pensando  y  mirando  hacia  el  río,  Don  Gregorio  comenzó  a
            contarles  una  historia,  la  verdadera  historia  del  sendero  del  fresno  ante  la  atenta

            escucha de los dos amigos…



            …Cuenta  la leyenda   que hace muchos años, tantos años que yo ni siquiera había

            nacido había en la llanura donde se inician los senderos un árbol gigante, un fresno
            precioso en el que los niños jugaban  y los vecinos del pueblo acudían cada tarde a
            pasear y contemplar su belleza.

            Era  aquel  fresno  el  orgullo  del  pueblo,  un  árbol  sano,  que  daba  una  sombra
            imponente, que todos mimaban y cuidaban.


            - ¿Y dónde está ese fresno, Maestro? Interrumpió la narración Filomeno.

            - Eso, ¿dónde está? Añadió Julián.


            - Déjenme seguir contando la historia, no interrumpáis. Les advirtió a ambos.

            …pero un buen día al parecer un vecino llamado Zacarías, familiar lejano de Ramiro,
            el  mercader  del  pueblo  al  que  ustedes  y  yo  conocemos,  tuvo  la  maléfica  idea  de
            talarlo y con su madera hacer mangos de hachas para después venderlas en un país a
            un precio muy caro, pues la madera del fresno era muy codiciada en otros lugares.


            Nadie  imaginaba  las  intenciones  de  Zacarías,  pues…  ¿quién  iba  a  pensar  en  tal
            escandalosa idea? Unos días antes de la tragedia, llegó al puerto trasero del pueblo
            un barco extraño, sin bandera y muy sucio, y con  él un señor que se hacía  llamar
            Rómulo.  Llegaron  los  vecinos  a  conocer  su  nombre  pues  solía  ir  a  beber  vino  a  la

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