Page 10 - Revista Nuevos Aires de Bolívar (Nº 20)
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Nuevos Aires
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             Los buenos tiempos, por Gastón Peret


                                                 Una vez, un sabio amigo me dijo lo si-
                                             guiente: El tiempo es tan eterno como efí-
                                             mero,  sólo  depende  de  qué  lado  de  la
                                             puerta del baño te encuentres.

                                                 Podemos  llevarlo  a  la  conocida  expe-
                                             riencia  de  estar  pasándola  bien  y  sentir
                                             que los minutos corren más rápido de lo
                                             normal. Y cuando el sentir no es del todo
                                             bueno, las horas se estiran como el punto
                                             final seguido de dos puntos suspensivos.

                                                 Desde hace tiempo que los relojes y al-
                                             manaques  se  encuentran  establecidos  co-
                                             mo  los  conocemos  hoy,  y  ya  deberíamos
                                             habernos adaptado a esas  distintas dura-
      ciones. Aunque desde la famosa pandemia han cambiado su forma de avanzar.

          La famosa queja de no alcanzarnos el tiempo, es una realidad que se escucha dema-
      siado seguido en esta era moderna de tantos avances y tan pocas pausas. Es por eso
      que  deberíamos  poder  darnos  un  poco  de  ese  valioso  tiempo  para  nosotros,  para
      nuestra alma, para los seres que amamos y que todavía se encuentran entre nosotros,
      tan al alcance de nuestras manos.

          Muchas  veces  las  lápidas  se  inundan  de  lágrimas  por  todo  lo  que  no  dijimos-
      hicimos-compartimos por esa supuesta ausencia de tiempo. Y ahora que los encuen-
      tros  y  reencuentros  se  cotizan  en  oro:  ¿Cuánto  tiempo  nos  puede  llevar  dejarle  un
      mensaje a un amigo, con la simple excusa de decirle que lo queremos?
          ¿Es un día perdido visitar a esa persona (con los cuidados necesarios de estos nue-
      vos e infectados tiempos) que hace tanto que no vemos y que se encuentra a una dis-
      tancia fácil de derribar en un instante, con sólo decidir hacerlo?
          ¿Cuánto dura un amanecer o el paso de una estrella fugaz?
          ¿Qué valor tiene hoy ese tiempo que podemos disponer para quedarnos a charlar,
      jugar o, simplemente, observando a nuestros hijos, sobrinos, nietos?
          Una ducha refrescante, un par de hojas leídas del libro seleccionado, unos mates
      para continuar el día, unas canciones que le ponen buen ritmo a nuestros latidos, una
      obra de bien, un sueño compartido, unas palabras amables, una caricia reconfortante.

      Pequeños instantes de eternidades que hacen bien… y que marcan nuestros buenos y
      mejores tiempos.
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