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El Misterio de la Bendición de . . . 195
tener el Trono de Dios en la Tierra, en Jerusalén. Porque el
Trono terrenal de Dios sería el trono donde el rey, un rey
descendiente del que tuviera la Primogenitura, sería el que
se sentaría en ese Trono de Dios, ese Trono que Dios
colocaría en la Tierra.
Y ahora, encontramos que Esaú no tenía toda esta
revelación, aunque su padre Isaac le pudo haber enseñado
a él muchas cosas de Dios, pero no tenía la revelación de la
bendición tan grande que hay en la primogenitura; era un
creyente manufacturado, un creyente intelectual, y por
consiguiente miraba las cosas en forma intelectual: miró
que el hambre era mayor que la primogenitura que él tenía.
Ahora, menospreció así la primogenitura vendiéndosela a
Jacob.
Ahora, en esa Bendición de la Primogenitura: porque
por cuanto estaba la herencia del territorio que Dios le
había prometido a Abraham como heredad para él y su
descendencia, y estaba también la capital: Jerusalén, y
estaba también el trono, el trono del rey que estaría en el
pueblo hebreo, o que estaría en esa ciudad.
Y ahora, también estaba la promesa de la Venida del
Mesías; por lo tanto, en esa Bendición de la Primogenitura
estaba hasta la Venida del Mesías como el Rey para el
pueblo que tuviera la Bendición de la Primogenitura; pero
Esaú no comprendía estas cosas.
Pero Jacob creía en la Bendición de la Primogenitura, y
él amaba a Dios, y él era un hombre espiritual, aunque
tenía muchísimos problemas; y después tuvo más
problemas, pero permaneció agarrado de la Bendición de