Page 235 - mago de oz
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abierto. Toto, por su parte, corría alrededor de
todos ellos y se alejaba a veces persiguiendo
mariposas, sin dejar de ladrar en ningún
momento.
—La vida de la ciudad no me sienta —comentó el
León mientras iban marchando a paso vivo—.
He perdido kilos mientras estuve allá, y ahora
estoy ansioso por demostrar a las otras fieras lo
valiente que soy.
Se volvieron entonces para lanzar una última
mirada a la Ciudad Esmeralda, y todo lo que
pudieron ver fue el perfil de las torres y
campanarios detrás de los muros verdes y, muy
por encima de todo, la cúpula enorme del Palacio
de Oz.
—La verdad es que Oz no era malo como
mago —dijo el Leñador al sentir que el
corazón le golpeteaba dentro del pecho.
—Supo darme un cerebro, y muy bueno por
cierto —manifestó el Espantapájaros.
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