Page 75 - mago de oz
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—¡No! ¡Por favor, no! —rogó el Leñador—.
Seguro que me pondría a llorar si mataras a un
pobre ciervo, y entonces se me oxidaría de
nuevo la mandíbula.
Pero el León se internó en el bosque a buscar su
propia cena, y nadie supo nunca qué comió esa
noche, porque no lo dijo. Y el Espantapájaros
halló un árbol lleno de nueces que puso en la
cesta de Dorothy a fin de que no pasara hambre
por un largo tiempo. A la niña le agradó mucho
esta atención tan bondadosa del Espantapájaros,
aunque rió a más y mejor al ver su torpe
manera de recoger las nueces. Sus manos
rellenas eran tan poco ágiles y las nueces tan
pequeñas que dejó caer tantas como tantas puso
en la cesta; pero al Espantapájaros no le preocupó
el tiempo que le llevara llenar el recipiente, ya
que esto lo mantenía alejado del fuego, pues la
verdad es que temía que saltara una chispa y lo
consumiera por completo. Por ello se mantuvo a
buena distancia de las llamas, y sólo se acercó a
Dorothy para cubrirla con hojas secas cuando la
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