Page 171 - Frankenstein
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sopesé los argumentos que había utilizado y
   decidí escuchar su relato. En parte me impulsa-
   ba a ello la curiosidad, y la compasión me ter-
   minó de decidir. Hasta el momento lo había
   considerado el asesino de mi hermano, y espe-
   raba ansiosamente que me confirmara o des-
   mintiera esta idea. Por primera vez experimenté
   lo que eran las obligaciones del creador para
   con su criatura, y comprendí que antes de la-
   mentarme de su maldad debía posibilitarle la
   felicidad. Estos pensamientos me indujeron a
   acceder a su súplica. Cruzamos el hielo, por
   tanto, y escalamos la roca del fondo. El aire era
   frío, y empezaba a llover de nuevo. Entramos
   en la choza; el villano con aire satisfecho, yo
   apesadumbrado y desanimado, pero decidido a
   escucharlo. Me senté cerca del fuego que mi
   odioso acompañante había encendido, y co-
   menzó su relato.
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