Page 274 - Frankenstein
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recuerdo de la promesa hecha no lo empañaba,
se elevaba bastante. Mi padre observaba con
agrado esta mejoría, y se afanaba por buscar la
mejor forma de borrar por completo la melan-
colía, que de vez en cuando me retornaba y
ensombrecía tenazmente la tenue luz que inten-
taba abrirse paso en mí. Entonces buscaba refu-
gio en la más absoluta soledad; pasaba días
enteros en el lago, tumbado en una barca, silen-
cioso e indolente mirando las nubes y escu-
chando el murmullo de las olas. El aire puro y
el sol brillante solían devolverme, al menos en
parte, la compostura; y, a mi regreso, respondía
a los saludos de mis amigos con la sonrisa más
presta y el corazón más ligero.
Fue a la vuelta de una de estas salidas cuando
mi padre, llamándome aparte, me dijo:
Me satisface mucho, hijo, que vuelvas a tus
antiguas distracciones y a ser el mismo de an-
tes. Sin embargo, sigues triste y aún esquivas
nuestra compañía. Durante algún tiempo he
estado muy desorientado acerca de cuál podría