Page 58 - Frankenstein
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mis deseos, y no hubiera sido consecuente
arrepentirme.
Durante el viaje, que fue largo y fatigoso, tuve
tiempo suficiente para pensar en estas y otras
muchas cosas. Por fin apareció el alto campana-
rio blanco de la ciudad. Bajé y me condujeron a
mi solitaria habitación. Disponía del resto de la
tarde para hacer lo que quisiera.
A la mañana siguiente entregué mis cartas de
presentación y visité a los principales profeso-
res, entre otros al señor Krempe, profesor de
filosofía natural. Me recibió con mucha educa-
ción y me hizo diversas preguntas sobre mi
conocimiento de las distintas ramas científicas,
relacionadas con la filosofía natural. Temblando
y con cierto miedo, a decir verdad, cité los úni-
cos autores cuyas obras yo había leído al res-
pecto. El profesor me miró fijamente:
––¿De verdad que ha pasado usted el tiempo
estudiando semejantes tonterías? --me pre-
guntó.