Page 253 - Frankenstein
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emociones de dulzura y placer que creía muer-
   tas. Medio sorprendido por la novedad de estos
   sentimientos, me dejé arrastrar por ellos; olvidé
   mi soledad y deformación, y me atreví a ser
   feliz. Ardientes lágrimas humedecieron mis
   mejillas, y alcé los ojos hacia el sol agradecien-
   do la dicha que me enviaba.
     Seguí avanzando por las caprichosas sendas
   del bosque, hasta que llegué a un profundo y
   caudaloso río que lo bordeaba y hacia el que
   varios árboles inclinaban sus ramas llenas de
   verdes brotes. Aquí me detuve, dudando sobre
   el camino que debía seguir, cuando el murmu-
   llo de unas voces me impulsó a ocultarme a la
   sombra de un ciprés. Apenas había tenido
   tiempo de esconderme, cuando apareció una
   niña corriendo hacia donde yo estaba, como si
   jugara a escaparse de alguien. Seguía corriendo
   por el escarpado margen del río, cuando repen-
   tinamente se resbaló y cayó al agua. Abandoné
   precipitadamente mi escondrijo, y, tras una
   ardua lucha contra la corriente, conseguí sacar-
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