Page 249 - Frankenstein
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peré con forzada impaciencia la desaparición de
   la luna para empezar mi tarea.
     Así que avanzaba la noche, se levantó un
   fuerte viento desde el bosque, y pronto se dis-
   persaron las nubes que cubrían el cielo. La ven-
   tolera fue aumentando hasta que pareció una
   imponente avalancha, y produjo en mí una es-
   pecie de demencia que arrasó los límites de la
   razón. Prendí fuego a una rama seca, y comencé
   una alocada danza alrededor de la casa, antes
   tan  querida,  los  ojos  fijos  en  el  oeste,  donde  la
   luna comenzaba a rozar el horizonte. Parte de la
   esfera finalmente se ocultó y blandí mi rama;
   desapareció por completo, y, con un aullido,
   encendí la paja, los matorrales y arbustos que
   había colocado. El viento avivó el fuego, y
   pronto la casa estuvo envuelta en llamas que la
   lamían ávidamente con sus destructoras y pun-
   tiagudas lenguas de fuego.
     En cuanto me hube convencido de que no
   había forma de que se salvara parte alguna de
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