Page 246 - Frankenstein
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tranquilo. Constantemente me venía a los ojos
   la escena del día anterior; en mis sueños veía
   cómo las mujeres huían enloquecidas, y Félix,
   ciego de ira, me arrancaba del lado de su padre.
   Desperté exhausto; y, al ver que ya era de no-
   che, salí de mi escondite en busca de algo que
   comer.
     Cuando hube satisfecho mi hambre, me en-
   caminé hacia el sendero que tan bien conocía y
   que llevaba hasta la casa. Allí reinaba la paz.
   Penetré con sigilo en el cobertizo, Y aguardé en
   silenciosa expectación la hora en que la familia
   solía levantarse. Pero pasó esa hora; el sol esta-
   ba ya alto en el cielo, y mis vecinos no se deja-
   ban ver. Me puse a temblar con violencia, te-
   miéndome alguna desgracia. El interior de la
   vivienda estaba oscuro y no se oía ningún rui-
   do. No puedo describir la agonía de esta espera.
     De pronto se acercaron dos campesinos que,
   deteniéndose cerca de la casa, comenzaron a
   discutir, gesticulando violentamente. No en-
   tendía lo que decían, pues hablaban el idioma
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