Page 35 - Frankenstein
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el  olvido  en  el  mismo  país en el que, con ante-
   rioridad, se le distinguiera por su categoría y
   riqueza. Habiendo, pues, saldado sus deudas
   en  la  forma  más  honrosa,  se  retiró  a  la  ciudad
   de Lucerna con su hija, donde vivió sumido en
   el anonimato y la desdicha. Mi padre profesaba
   a Beaufort una auténtica amistad, y su reclusión
   en estas desgraciadas circunstancias le afligió
   mucho. También sentía íntimamente la ausen-
   cia de su compañía, y se propuso encontrarlo y
   persuadirlo de que, con su crédito y ayuda,
   empezara de nuevo.
     Beaufort había tomado medidas eficaces para
   esconderse, y mi padre tardó diez meses en
   descubrir su paradero. Entusiasmado con el
   descubrimiento, mi padre se apresuró hacia su
   casa situada en una humilde calle cerca del
   Reuss. Pero al llegar sólo encontró miseria y
   desesperación. Beaufort no había logrado salvar
   más que una pequeña cantidad de dinero de los
   despojos de su fortuna. Era suficiente para sus-
   tentarlo durante algunos meses y, mientras tan-
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