Page 426 - Frankenstein
P. 426
ros, cosas que lo fueron todo para mí, hubiera llorado
de pensar en morir; ahora es mi único consuelo. In-
fectado por mis crímenes, y destrozado por el remor-
dimiento, ¿dónde sino en la muerte puedo hallar
reposo?
»¡Adiós! Lo abandono. Usted será el último hom-
bre que vean mis ojos. ¡Adiós, Frankenstein! Si aún
estuvieras vivo, y mantuvieras el deseo de satisfacer
en mí tu venganza, mejor la satisfarías dejándome
vivir que dándome muerte. Pero no fue así; buscaste
mi aniquilación para que no pudiera cometer más
atrocidades; mas si, de forma desconocida para mí,
aún no has dejado del todo de pensar y de sentir,
sabe que para aumentar mi desgracia no debieras
desear mi muerte. Destrozado como te hallabas, mis
sufrimientos eran superiores a los tuyos, pues el
zarpazo del remordimiento no dejará de hurgar en
mis heridas hasta que la muerte las cierre para siem-
pre.
»Pero pronto exclamó, con solemne y triste entu-
siasmo–– moriré, y lo que ahora siento ya no durará
mucho. Pronto cesará este fuego abrasador. Subiré
triunfante a mi pira funeraria, y exultaré de júbilo