Page 78 - Frankenstein
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de que también estás abandonando el resto de
   tus obligaciones.»
     Por tanto, sabía muy bien lo que mi padre de-
   bía sentir; pero me resultaba imposible apartar
   mis pensamientos de la odiosa labor que se
   había aferrado tan irresistiblemente a mi mente.
   Deseaba, por así decirlo, dejar a un lado todo lo
   relacionado con mis sentimientos de cariño
   hasta alcanzar el gran objetivo que había anu-
   lado todas mis anteriores costumbres.
     Entonces pensé que mi padre no sería justo si
   achacaba mi negligencia a vicio o incorrección
   por mi parte; pero ahora sé que él estaba en lo
   cierto al no creerme del todo inocente. El ser
   humano perfecto debe conservar siempre la
   calma y la paz de espíritu y no permitir jamás
   que la pasión o el deseo fugaz turben su tran-
   quilidad. No creo que la búsqueda del saber sea
   una excepción. Si el estudio al que te consagras
   tiende a debilitar tu afecto y a destruir esos pla-
   ceres sencillos en los cuales no debe intervenir
   aleación alguna, entonces ese estudio es inevi-
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