Page 139 - Vuelta al mundo en 80 dias
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cual cabían cinco o seis personas. Al tercio, por delante, se elevaba un mástil muy alto,
donde se envergaba una inmensa cangreja. Este más-til, sólidamente sostenido por
obenques metálicos, ten-día un estay de hierro, que servía para guindar un foque de gran
dimensión. Detrás había un timón espal-dilla, que permitía dirigir el aparato.
Como se ve, era un trineo aparejado en balandra. Durante el invierno, en la llanura helada,
cuando los trenes se ven detenidos por las nieves, esos vehículos hacen travesías muy
rápidas, de una a otra estación. Están, por lo demás, muy bien aparejados, quizá mejor que
un balandro, que está expuesto a volcar, y con viento en popa corren por las praderas, con
rapidez igual, si no superior a la de un expreso.
En pocos instantes se concluyó el trato entre mis-ter Fogg y el patrón de esa embarcación
terrestre. El viento era bueno. Soplaba del Oeste muy frescachón. La nieve estaba
endurecida, y Mudge tenía grandes esperanzas de llegar en pocas horas a la estación de
Omaha, donde los trenes son frecuentes y las vías numerosas en dirección a Chicago y
Nueva York. No era difícil que pudiera ganarse el atraso; por consi-guiente, no debía
vacitarse en intentar la aventura.
No queriendo mister Fogg exponer a mistress Aouida a los tormentos de una travesía al aire
libre, con el frío, que la velocidad había de hacer más inso-portable, le propuso quedarse
con Picaporte en la esta-ción de Kearney, desde donde el buen muchacho la traería a
Europa, por mejor camino y en mejores con-diciones.
Mistress Aouida se negó a separarse de mister Fogg, y Picaporte se alegró mucho de esta
determi-nación. En efecto, por nada en el mundo hubiera que-rido separarse de su amo,
puesto que Fix le acompa-ñaba.
En cuanto a lo que entonces pensaba el inspector de policía, sería difícil decirlo. ¿Su
convicción estaba quebrantada por el regreso de Phileas Fogg, o bien lo consideraba como
un bribón de gran talento, por creer que después de cumplida la vuelta al mundo, estaría
absolutamente seguro en Inglaterra? Tal vez la opinión de Fix, respecto de Phileas Fogg, se
había modificado; pero no por eso estaba menos decidido a cumplir con su deber, y, más
impaciente que todos, a ayudar con todas sus fuerzas el regreso a Inglaterra.
A las ocho, el trineo estaba dispuesto a marchar. Los viajeros, casi puede decirse los
pasajeros, tomaron asiento, muy envueltos en sus mantas de viaje. Las dos inmensas velas
estaban izadas,y al impulso del viento el vehículo corría sobre la endurecida nieve a razón
de cuarenta millas por hora.
La distancia que separa el fuerte Kearney de Omaba es en línea recta, a vuelo de abeja,
como dicen los americanos, de doscientas millas lo más. Mante-niendose el viento, esta
distancia podía recorrerse en cinco horas, y no ocurriendo ningún incidente, el tri-neo debía
estar en Omaha a la una de la tarde.
¡Qué travesía! Los viajeros, apiñados, no podían hablarse. El frío, acrecentado por la
velocidad, les hubiera cortado la palabra. El trineo corría tan ligera-mente sobre la
superficie de la llanura, como un barco sobre las aguas, pero sin marejada. Cuando la brisa