Page 49 - Vuelta al mundo en 80 dias
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Algunas veces respondió sencillamente Phi-leas Fog , cuando me sobra tiempo.
XIII
El intento era atrevido, lleno de dificultades, impracticable quizá. Mister Fogg iba a
arriesgar su vida o al menos su libertad, y por consiguiente el éxito de sus proyectos, pero
no vaciló. Tenía además en sir Francis Cromarty un auxiliar de-cidido.
En cuanto a Picaporte, estaba preparado y se podía disponer de él. La idea de su amo lo
exaltaba. Lo sen-tía con alma y corazón bajo aquella corteza de hielo, y le iba concibiendo
cariño.
Quedaba el guía. ¿Qué partido tomaría en el asun-to? ¿No estaría inclinado a favor de los
indios?
A falta de concurso, era menester cuando menos asegurar la neutralidad.
Sir Francis Cromarty le planteó la cuestión con franqueza.
Mi oficial respondió el guía , soy parsi ; no tan sólo arriesgamos nuestras vidas, sino
suplicios horribles si nos agarran. Miradio, pues.
Mirado está respondió mister Fogg . Creo que debemos aguardar la noche para obrar.
Así lo creo también respondió el guía.
Este valiente indio expuso entonces algunos por-menores sobre la víctima. Era una india de
célebre belleza y de raza parsi, hija de ricos comercianes de Bombay. Había recibido en
esta ciudad una educación absolutamente inglesa y por sus modales y su instruc-ción
hubiera pasado por europea. Se llamaba Aouida.
Huérfana, fue casada a pesar suyo con ese viejo rajá de Bundelkund. Tres meses después
enviudó, y sabiendo la suerte que le esperaba se escapó, fue alcanzada en su fuga, y los
parientes del ra á, que tení-i
an interés en su muerte, la condenaron a este suplicio, del cual era difícil que escapara.
Esta relación tenía que arraigar en mister Fogg y sus compañeros su generosa resolución.
Se decidió que el guía conduciría el elefante hacia la pagoda de Pillaji, a la cual debía
acercarse todo lo posible.
Media hora después se hizo alto en un bosque a quinientos pasos de la pagoda, que no
podía percibir-se, pero los alaridos de los fanáticos se oían con toda claridad.