Page 163 - veinte mil leguas de viaje submarino
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Sí, será curioso, muy curioso.
Peligroso tal vez añadí con un tono insinuante.
¿Peligrosa una simple excursión por un banco de ostras ?
Decididamente, el capitán Nemo había juzgado inútil ha-blarles de los tiburones. Yo les
miraba, turbado, como si ya les faltara algún miembro. ¿Debía advertirles? Sí, sin duda,
pero no sabía cómo hacerlo.
¿Querría el señor darnos algunos detalles sobre la pesca de perlas?
¿Sobre la pesca en sí misma, o sobre los incidentes que pueden ... ?
Sobre la pesca respondió el canadiense . Bueno es co-nocer el terreno antes de
adentrarse en él.
Pues bien, sentaos, amigos míos, y os enseñaré todo lo que el inglés Sirr acaba de
enseñarme sobre esto.
Ned y Conseil se sentaron en el diván. Antes de que co-menzara a explicarles, preguntó el
canadiense:
¿Qué es exactamente una perla?
Amigo Ned, para el poeta, la perla es una lágrima del mar; para los orientales, es una gota
de rocío solidificada; para las damas, es una joya de forma oblonga, de brillo hiali-no, de
una materia nacarada, que ellas llevan en los dedos, en el cuello o en las orejas; para el
químico, es una mezcla de fosfato y de carbonato cálcico con un poco de gelatina, y, por
último, para el naturalista, es una simple secreción enfermi-za del órgano que produce el
nácar en algunos bivalvos.
Rama de los moluscos dijo Conseil , clase de los aréfa-los, orden de los testáceos.
Precisamente, sabio Conseil. Ahora bien, entre estos tes-táceos, la oreja de mar iris, los
turbos, las tridacnas, las pin-nas, en una palabra, todos los que secretan nácar, es decir, esta
sustancia azul, azulada, violeta o blanca que tapiza el in-terior de sus valvas, son
susceptibles de producir perlas.
¿Las almejas también? preguntó el canadiense.
Sí, las almejas de algunos ríos de Escocia, del País de Ga-les, de Irlanda, de Sajonia, de
Bohemia y de Francia.
Habrá que estar atentos de ahora en adelante -respondió el canadiense.