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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
SERVICIO PÚBLICO, AMOR A LA PATRIA
Literalmente se desplomó sobre el amplio aunque incómodo sillón que ocupaba parte de la habitación. Con un gesto inconsciente estiró su brazo y cogió la mano inerte de su hijo, que siempre estaba en la misma posición, colgando del borde de la cama.
Al fin estaban solos. La penumbra del suave anochecer lo inundaba todo; en pleno verano en Santiago se oscurece tarde, de modo que, calculó, debían ser cerca de las nueve de la noche. Por lo mismo temió quedarse dormida, en circunstancias que su deber de madre era estar a cada instante disponible, pero sobre todo vigilante.
Difícil tarea, porque en las últimas 48 horas casi no había dormido. El vuelo nocturno estuvo lleno de sobresaltos. Azafatas que la despertaban, pesadillas que la desvelaban, niños que lloraban, turbulencias. El día anterior había trabajado intensamente con el embajador ante la Organización de Naciones Unidas (ONU), Juan Gabriel Valdés, en un Nueva York cada día más helado, y donde ni siquiera tuvo tiempo para ir a comprar una aspirina. Es que a partir del 6 de enero, Chile integraba, por cuarta vez en la historia, el poderoso Consejo de Seguridad de la entidad, como miembro no permanente, ocupando el puesto que dejaba vacante Colombia. Y las cosas no estaban en calma.
Le preocupaba sobremanera el creciente distanciamiento entre Chile y Estados Unidos por la decisión del Presidente George Bush, apoyada por Gran Bretaña y España, de declararle la guerra a Irak, algo que, según su punto de vista y el del Presidente Ricardo Lagos, constituía un enorme error. Estaba nerviosa, porque pronto se firmaría, después de años, el famoso Tratado de Libre Comercio, que significó un trabajo extenuante, y sabía que, llegado el momento, Estados Unidos utilizaría cualquier recurso, incluso el acuerdo ya negociado como último elemento de presión.
Se sentía muy angustiada, pero no podía desbordarse. Nunca lo había hecho, menos ahora.
Apretaba con suavidad, pero con firmeza, la mano de su hijo, mientras con los ojos semientornados contemplaba la enorme sala, luchando por no dormirse, aunque su mente seguía divagando, y entre el sueño y la vigilia, pensaba que el mayor problema era la debilidad intrínseca de Irak. Después de todo, nunca fue un país en propiedad hasta después de la Primera Guerra Mundial. Antes, durante
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