Page 219 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  Un hogar muy bien constituido, por un padre ingeniero civil calculista, gran creyente y apoyo para la Iglesia, especialmente cuando, con motivo del terremoto de 1960, ayudó a reconstruir muchos templos.Tuvo también un conocido abuelo materno, preocupado por el tema público, como lo fue el parlamentario y varias veces ministro de Estado, Ernesto Barros Jarpa, famoso también por un sándwich que lleva su nombre, que siempre pedía en el Club de la Unión. En ese entonces, ya existía el Barros Luco que incluía queso derretido y carne, pero Ernesto Barros prefirió reemplazar la carne por jamón y así quedó su nombre integrado a esa preparación hasta el día de hoy.
“La herencia que yo recibí es la consistencia entre la fe y la vida práctica. También le debo a mi padre el amor por el estudio, porque el tenía plena conciencia de que eso era lo único que nos dejaría tras su muerte. Por eso es que en la familia hay desde periodistas hasta abogados, pasando por ingenieros, médicos, administradores, físicos y economistas”.
Su Primer Trabajo en ODEPLAN
Ella justamente estudió Ingeniería Comercial porque “era buena para las matemáticas, por eso que apenas salí del colegio, el Universitario Inglés, donde estudió mi mamá, mis tías, mis hermanas, en fin toda mi familia, entré a la Universidad Católica para ser economista y no administradora como mi hermana melliza”.
Ese fue otro período interesante en su vida donde aprendió de grandes profesores, en su mayoría Chicago Boys, como Sergio de Castro, Pablo Baraona, Sergio Cauas, Juan Carlos Méndez, Martín Costabal, entre otros.
Ella recibió gran parte de su formación académica durante el período de la Unidad Popular, cuando el neoliberalismo económico no tenía ninguna presencia pública, aunque en la trastienda los Chicago preparaban El Ladrillo, un texto de política económica que establecía las pautas del sistema de libre mercado que sería introducido más tarde durante el Gobierno de Pinochet.
El ambiente que reinaba durante su época de estudios fue muy especial, porque primaba un gran antagonismo político, entre la derecha y la izquierda. La efervescencia estudiantil era la norma del día y aunque los alumnos quisieran sustraerse eran literalmente arrastrados a la lucha callejera.
“La Escuela funcionaba normalmente, pero éramos nosotros los que nos instalábamos en la Casa Central e integrábamos las marchas. Nunca me botó “el Guanaco”, (carro lanzaaguas), pero debo reconocer que sí lloré mucho con las bombas lacrimógenas. Yo nunca me metí en política, pero al llegar a la universidad
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