Page 243 - NUEVE MUJERES, LIDERAZGOS QUE INSPIRAN
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Nueve Mujeres: Liderazgos que Inspiran
  Se siente muy orgullosa del aporte que ha hecho a su ex empresa en estos 20 años y a través de ello, al país. Cuando llegó a Sodexo había seis mil empleados; hoy llegan a 15 mil.
El mejor consejo que puede darle a las ejecutivas como ella es que: “La mujer maravilla no existe; de modo que hay que saber combinar con equilibrio los distintos roles que desempeñamos de madre y esposa. Hay que atreverse a tomar riesgos, porque a veces las mujeres somos demasiado cautelosas, y esperamos la perfección para hacer las cosas; hay que aprender a tirarse un poco a la piscina e ir descubriendo las cosas en el camino, sin miedo ni timideces”.
Reconoce que si bien es muy organizada y planificadora, en la vida laboral mucho de lo que ocurrió en su recorrido profesional fue espontáneo. Acepta que llegó al pináculo ejecutivo gracias a una sucesión de buenas decisiones que fue adoptando en su vida profesional y personal, pero de ahí a pensar en el desarrollo de una estrategia de carrera, jamás. “Eso es muy de los hombres; yo fui tomando lo que se me fue dando según lo que me inspiraba. Y lo que siempre me inspira es lo que hay detrás de las organizaciones, sus valores, sus fundamentos, su importancia dentro de la sociedad. Nunca pedí ser parte de esto, se fue dando, fue un proceso y eso tal vez es muy femenino”. Como es ella, equilibrada, sin grandes estridencias, ni feminista ni machista, nada de extremos.
Pero así y todo y, pese a que cultiva un bajo perfil, con escaso esfuerzo uno puede imaginarse a esta mujer de 54 años, alta, delgada, de misteriosos ojos árabes, siempre muy marcados por delineador negro, caminando por los laberintos del palacio de Topkapi en Estambul, llena de sedas flotantes y perfumes intoxicantes, disfrutando de un sultanato de mujeres. Poderosa, desafiante y valiente. Un estereotipo clásico, tal vez, pero en ella la genética es fuerte. Después de todo, es tercera generación en Chile y los ancestros todavía le pesan. Y no sólo en lo físico, sino que en lo interno.
Hoy es una persona feliz con su vida, que admira la autenticidad, no soporta la deslealtad, que perdona las equivocaciones, pero no la falta de integridad y que aunque hace tiempo que no va a misa todos los domingos de manera sistemática, agradece todas las noches a Dios y a la Virgen con un Padrenuestro y un Ave María, por su familia, por su trabajo y porque se siente una mujer completa.
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