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México: lo importante y lo secundario*



                                         Guillermo Almeyra**

























                                 El fracaso en la obtención de las irmas ̀ necesarias para  igurar como candidata
                                 a Presidente elimina al anticapitalismo y a Marichuy de la campaña electoral,
                                 pero no de la vida política y social y favorece al candidato de Morena, que podría
                                 obtener unos miles de votos más de quienes todavía creen que la lucha en las
                                 instituciones del Estado capitalista es la única posible.
                                     Andrés Manuel López Obrador, con su pragmatismo, ha logrado convencer
                                 a una parte importante de la burguesía nacional y del establishment de que es
                                 un conservador, un hombre de orden, un freno indispensable para los estallidos
                                 sociales que la ofensiva del capital  inanciero internacional está preparando y
                                 provocando.

                                     El  aterrizaje  en  paracaídas  en  la  dirección  de  Morena  de  varios  de  los
                                 grandes servidores de la oligarquía gobernante prueba ese apoyo de una fracción
                                 capitalista. Esa gente, como siempre, va a donde huele que puede sacar ventaja
                                 y ahora invierte en Morena para después cobrar grandes dividendos en puestos
                                 importantes y en poder.
                                     El programa conservador de Morena, las violinadas sobre la unión nacional

                                 y  el  amor,  la  alianza  electoral  con  el  PES,  los  candidatos  elegidos  a  dedo,
                                 el  decisionismo  verticalista  de  AMLO,  han  modiicado ̀ su  imagen  entre  los
                                 grandes burgueses y en los llamados “poderes de facto” (léase trasnacionales
                                 y  altos  mandos  militares  nacionales  o  estadunidenses).  Ellos  ya  no  lo  ven
                                 más  como  un  sapo  de  otro  pozo,  un  advenedizo  plebeyo,  un  imprevisible
                                 movilizador con su entorno de intelectuales, según los cuales hay que apoyar
                                 a  los  burgueses  “democráticos  y  nacionales”  para  construir  una  “democracia
                                 avanzada”  y  entonces,  mucho  después,  en  el  Año Verde,  comenzar  a  encarar
                                 medidas  socialistas.  Ahora  ven  a  AMLO  como  un  hombre  bien  vestido,  lleno
                                 de amor, que les da garantías ofreciendo amnistía a los peores delincuentes y
                                 asesinos, lo ven como un político como los que están acostumbrados a tratar,
                                 dispuesto a todo lo que le pidan y respaldado y estimulado por su nuevo Estado
                                 Mayor de priístas, panistas y perredistas que acaban de desembarcar en Morena.






                                                                * La Jornada, 11 de marzo de 2018
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