Page 149 - anuario-2021
P. 149
Parece que fue ayer, cuando llegué al colegio a mi primer día de prejardín, mi mama me
dijo que iba a ir al baño pero nunca volvió; parece que fue ayer, cuando estábamos
jugando en la casa de muñecas y sacábamos sin permiso los triciclos en el descanso
para hacer carreras con nuestros amigos; parece que fue ayer, cuando entramos por esa
gran puerta del colegio san Ignacio de mayores, expectantes y llenos de intriga, locos por
saber con qué amigos nos había tocado en el salón o quién iba a ser nuestro acompa-
ñante este último año; parece que fue ayer, cuando no pasaba una sola semana en la
que no me ganara una falta o en la que Genoy no me llamara a su oficina; parece que fue
ayer, cuando estábamos planeando todo lo de las fiestas ignacianas y yendo a los ensa-
yos de coreografías; parece que fue ayer, cuando llegábamos al colegio a las 6:30 de la
mañana y podíamos compartir con nuestro profes, amigos y compañeros. Este año ha
estado lleno de diversas emociones, en algunos momentos ha predominado la tristeza,
en otros la angustia, la expectativa; pero también la felicidad, el orgullo y la satisfacción,
todo esto me ha hecho pensar mucho y me ha abierto un poco los ojos y me ha llevado
a entender que sin ciertas personas todo esto no hubiera sido posible, por eso les quiero
agradecer a mi padre, a mis abuelos, a mis tíos y tías, a mis primos, profes, amigos y a la
persona más importante, mi madre. Cada uno de ellos ha sido una pieza fundamental en
mi crecimiento como persona, han sido un apoyo incondicional necesario en muchos
momentos, han sido mentores y profesores de vida, los cuales me han enseñado a
respetar, a ser humilde, a ser responsable, a ser un caballero, y aunque muchas veces
tuvo que ser a la fuerza, como cuando mi mamá casi me deja estéril a los 7 años, o
cuando mi abuelo tomaba el rol de padre y me regañaba porque hacía pataletas porque
sí, porque no y por si de pronto, siempre han estado ahí para guiarme y enseñarme el
valor y los valores de la vida.