Page 24 - Apofénicos Vol.3
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Un lienzo en blanco, delgado y sensible como película fotográfica y
                              fonográfica en la que de ahí en más todos los movimientos contaban.
                              Aún tumbado en el pasto. Nuevamente la sonrisa me conectó. Estaba
                              por amanecer, había oscuridad, pero sabía que el sol pronto saldría.
                               Me quedé quieto escuchando al cantante solitario que se oía en
                              repetidas ocasiones a intervalos y se callaba casi por el mismo lapso
                              en que comenzaba. De ahí le siguieron después de un tiempo los
                              cantos de una especie diferente pero más abundante. Al inicio se
                              escuchaban  espaciados  y  le  seguían  más  constante  y  constante
                              hasta que se encimaron unos con otros y otros con unos creando un
                              sonido pixelante lleno de titilo saturado. Inquietos ensamblaron una
                              gran sonósfera incesante hasta que irrumpió nuevamente el primero
                              en escena jalando el hilo principal de la gran madeja de sonido. Por
                              el contrario a que bajara la intensidad, subía y aumentaba; pero esta
                              vez con notas esporádicas de algunas especies más. Distintas a las
                              segundas, pero sujetas al hilo del primer maestro de orquesta; el cual
                              logro unificar los cantos que juntos hilvanaban lienzos en marcos
                              independientes, listos para ser entregados a cada artista, a cada
                              humano que decidiría dibujar a placer dentro de una infinidad de
                                                 posibilidades su nuevo día.
                              Yo dibujé mi retrato ahora conocido. Escuchando la salida del sol
                              y como éste acariciaba mi piel helada que con sus hilos dorados
                              me invitaba a levantarme. Enseñándome a verlo de frente con los
                              ojos semi abiertos dejando pasar  entre mis pestañas sus  rayos
                                               resplandecientes sin lastimarme.
                              Bañado en oro baje de las montañas como el hombre más
                                                        afortunado”.

                         Regresé de mi encuentro a infiltrarme nuevamente en la sociedad. Todo
                         era diferente. Lo que había mirado tantas veces resultaba tener matices
                         nuevos. Y aquel sueño de incontables noches al borde del risco jamás volvió.
                         Entendí    que    se    habla   mucho      sobre   soltar   como     buen
                         método para la felicidad y es un tanto cierto que el
                         hombre más afortunado es aquel que no tiene nada, pero...
                         Hay algo más que pienso sobre eso y es que por más profunda que sea
                         la meditación, el ayuno, el sacrificio o el desapego para existir cesando
                         el sufrimiento. Siempre necesitamos tomar de alguna forma algo; es
                         decir; necesitamos “tener” oxígeno, “tomar” alimentos de la naturaleza,
                         es más nuestros propios órganos internos necesitan tomar nutrientes
                         de nosotros mismos, nuestras células, átomos, protones, neutrones,
                         quarks.  Todo está conectado. Compartimos una gran simbiosis con
                         todo y es entonces cuando se recalcula esto diciendo que lo que en
                         realidad importa. Lo que hace la verdadera diferencia. Es la forma en
                         la que tomas y transformas las cosas para entregarlas. Si fungimos
                         como un filtro que absorbe y entrega, ahí es donde está lo importante
                         y se asoma la plenitud... Ese exquisito y copioso acto de dar y recibir.
                         Eso soy.

                                                                                               Te presento.
                                                                                          | por Adán Correa

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